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domingo, 9 de noviembre de 2014

Un amigo en Berlín.

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Desde temprana edad he tenido a Alemania entre ceja y ceja. Mi hermano es un intransigente seguidor de la Mannschaft, tenía 5 años cuando Andreas Brehme marcaba de penalti el gol que daría a los Panzers su tercera Copa del Mundo. Ahí nació un amor inquebrantable que hasta el año que corre y más allá de Bulgaria, Croacia, Brasil, Italia, España y 24 años de no dar pie con bola mi hermano pudo celebrar el Mundial pasado con genuina alegría.

Fue el futbol, fue el Bayern, fue Schumacher, fue Oliver Kahn, fue Klinsmann, fue Oliver Bierhoff, fue Michael Ballack. Mi hermano desarrolló una simpatía sin igual por el país que yo poco conocía y del que fui conociendo a medida que el tiempo fue pasando. En algún punto de su vida mi hermano tendría que ir a Alemania, a cumplir el sueño de visitar el país de sus sueños.

La oportunidad se presentó cuando fuimos en el verano de 2010 a Berlín y a Munich. Ya para aquel momento tenía claro bastantes cosas sobre el país tan admirado por mi hermano: grandes pensadores, grandes filósofos, terribles guerreros y demenciales asesinos habían pasado por Alemania durante el siglo XX. La historia del III Reich y del Führer ya la tenía memorizada. El terror de la Gran Guerra que hundió al hombre y a la mujer a la duda de su razón y su existencia.



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Al llegar a Friedrichstraße mi  sorpresa era incontenible. Estábamos ya en terreno alemán. Era realidad lo que vimos por tanto tiempo por la Deutsche-Welle; las calles limpias, los edificios imponentes y un transporte público que acogía cómodamente a sus ciudadanos. Una impresión inmejorable.

De aquel viaje en Berlín, que duró 4 días, pudimos visitar la Torre de la TV, el Museo de Historia de Alemana, Charlie Checkpoint, el campo de concentración de Dachau y demás monumentos que por el momento escapan a mi memoria.

Un sitio al que iríamos con total seguridad era el Estadio Olímpico de Berlín. La magnitud e importancia de este sitio erradicaba en la historia que contenía. En el Olympiastadion Jesse Owens ganó la medalla de oro en las olimpiadas de 1936, Italia ganó el Mundial de Futbol del año 2006 y Usain Bolt había roto el record de velocidad en 100 y 200m  en el Mundial de Atletismo de 2009.

Fue por eso que decidimos visitar este gran monumento al deporte al final de nuestra estancia en la ciudad. No sabíamos en aquel instante que en el Estadio encontraríamos a un peculiar y extrovertido  alemán.



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El estadio fue imponente. La experiencia de aquel fue impresionante. Rescataré de aquel día la anécdota que marcó mi estadía en Alemania: la de nuestro amigo Rainer.

Al salir del estadio y de tan grata experiencia dispuse a comprar unas cervezas para mi hermano y para mí. Lastimosamente –creíamos- no quedaba nada abierto cerca al estadio. Lo único que pudimos divisar fue la presencia de un hombre de unos 50 o 60 años que se disponía a cerrar un puesto donde vendía salchichas y emparedados.

Fuimos y al parecer le quedaban solo dos cervezas a este señor que desde lejos lucía mínimo pero que frente a frente era una torre de 2 metros de altura. Compramos las cervezas y dispusimos a beber frente al pequeño puesto del señor. Habremos durado 3 minutos ahí, hasta el momento en que sucedió alguno inusual. El alemán, en perfecto inglés, nos pidió el favor de que cuidáramos su puesto por 15 minutos; que lo vigiláramos mientras el volvía.

Este favor nos pareció muy extraño; en Venezuela no se tiene tal confianza en desconocidos que se acaban de conocer. Pero ante lo extraordinario del día y del efecto de las cervezas (alemanas y de un litro cada una…) aceptamos. Y fue dicho y hecho: el señor se fue, nos dejó cuidando su puesto por 15 minutos para luego volver en una minivan.

Agradecido por nuestra espera y vigilancia el hombre dispuso a regalarnos dos frankfurters que le quedaban. Todo aquello nos parecía irreal; es decir, la vigilancia sin temor a que nos pasara algo, la puntualidad del señor y su enorme gratitud. De aquel punto en adelante era imposible estar ahí sin entablar conversación con nuestro nuevo amigo. Nos presentamos al igual que lo hizo él: su nombre era Rainer.



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Cuando charlábamos con nuestro amigo surgieron distintos temas: el fichaje de Cristiano Ronaldo por el Real Madrid, la situación del equipo capitalino, el Hertha de Berlín, y lo que fue de su vida durante el Mundial del 2006.

Vale recordar una vez más que en el Olympiastadion fue donde se celebró la final, donde Zidane disputó su último partido y donde Italia ganó en penaltis a Francia. Lo que uno pudiera haber esperado era una respuesta y un relato enérgico y emocionante, imaginábamos que aquella experiencia debió haber sido realmente inigualable para nuestro amigo Rainer.

La sorpresa que nos llevamos fue enorme. Rainer nos comentó que durante todo el mes de junio y parte de julio su humilde puesto fue alquilado a McDonald’s. Esta fue una orden de la Federación Alemana de Futbol (Deutscher Fußball-Bund) y de la FIFA, por la cual nuestro nuevo amigo había sido privado de la ganancia que el Mundial pudo haberle generado.

Es por esta y muchas otras cosas que nuestro amigo no era tan afecto al futbol, aunque la verdad sea dicha, nuestro amigo era repelente al tema pero tampoco mostró gran dolor al contarnos aquella historia. Recuerdo que su serena manera de contar aquello me impresionó, pues pensaba en la posibilidad de que a un venezolano le pudiese pasar tal cosa y no cabía en mi mente imaginar tanta tranquilidad al momento de relatar dicha experiencia.

Mi hermano y yo quedamos un poco desencantados luego de la historia del Mundial del 2006 que Rainer nos había contado. No recuerdo exactamente quién de los dos preguntó pero nos interesó saber desde cuando había estado trabajando Rainer en aquel puesto. Aparentemente nuestro amigo había estado trabajando ahí desde 1991. Ha sido su único trabajo desde que llegó de la Alemania Oriente. Desde el otro lado del Muro.



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Cuando Rainer nos comentó que había vivido del lado oriental del Muro nuestras caras fueron de incredulidad. Estábamos hablando con un sobreviviente del “Berliner Mauer”. Al ser interrogado sobre los recuerdos de aquella parte de su vida lo que nos respondió fue sencillamente conmovedor:

“No deseo a ninguna nación del mundo lo que a los berlineses nos tocó vivir”

Rainer nos relató de las condiciones de vida, la pobreza, la crueldad y el aislamiento al cual fue sometido el pueblo berlinés. Parte de su familia había quedado en el lado occidental del Muro y no los vio sino hasta la caída del mismo. La industrializada Berlín del oeste se encontraba con el despojo alemán del este. Los recuerdos de Rainer eran de felicidad y luego de más de una hora de haber estado charlando por fin su cara mostraba una sonrisa que daba pista de la importancia histórica de este suceso.

Luego del relato de su historia nuestro día terminaba, así como nuestra charla con Rainer. Al día siguiente partíamos y en aquel momento nos despedimos de nuestro amigo alemán, del cual ni el apellido supimos.

No miento cuando digo que aquella fue la experiencia más enriquecedora de toda nuestra estancia en Alemania. La del testimonio de un berlinés que sobrevivió al comunismo y hoy día sobrevive a McDonald’s y a la FIFA.



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Pienso en este momento y recuerdo de Berlín las torres, la Puerta de Brandemburgo, Potsdam, el Reichstag y el monumento a los judíos caídos en la Segunda Guerra Mundial. Pero aún así recuerdo por encima de todo aquello a nuestro amigo Rainer.

Lo recuerdo a él y la enseñanza que pudo dejar en mi hermano y en mi persona: no importa nada en la vida si nuestra libertad nos es arrebatada. Su testimonio sobre el Muro era el testimonio de un pueblo que fue sometido.

Y al final del día no importaba lo ostentoso y lo imponente que fuese Berlín, lo que importaba era que aquellas personas que habían sufrido tanto durante la Gran Guerra y durante la división de su nación pudieron levantar aquel país, unificar lo que parecía irreconciliable y dar esperanza a aquellos que en los años posteriores han sufrido de divisiones que no se sustentan en lo material sino en lo ideológico.

¿Es la experiencia de Rainer una de la cual los venezolanos podamos aprender algo? Yo creo que sí, creo que en la época depresiva que nos ha tocado vivir hace falta mirar hacia atrás y dar un vistazo el sendero por el cual hemos andado. Ver además lo que podemos evitar; lo que son nuestros  errores históricos sin hacer la vista gorda.

Uno camina por Berlín y hay una línea de cemento que navega a lo largo de la ciudad. Es la huella de donde se asentó  lo que fue el Muro de Berlín. Los alemanes no han borrado aquella huella; considero que no lo hacen para recordarles a sus ciudadanos lo terrible que a veces puede ser la razón política que aniquila y niega a la otredad y que intenta aparentar un eterno olvido para tomar provecho de la ignorancia.

Mientras los alemanes aún conservan los campos de concentración, para dar ejemplo a sus ciudadanos de lo terrible que puede ser la guerra y la razón instrumental tan denunciada por la Teoría Crítica, nosotros los venezolanos hemos ido olvidando a la Rotunda y la Guasina.

¿Cómo combatir al despotismo y al militarismo si hemos insistido en olvidar que forma parte de nuestra historia? Mientras los alemanes al día de hoy recuerdan la euforia que supuso la caída del Muro de Berlín nosotros apenas recordamos la Rotunda porque hay una esquina en Caracas llamada Cárcel en su honor.

Derribamos y demolimos la cárcel e hicimos una plaza y un complejo residencial en donde se postraban aquellas ruinas. ¿Desapareció con ella el fantasma militarista de nuestra Nación? La actualidad nos da una cruda y cruel respuesta.

Con el 25 aniversario de la caída del Muro de Berlín desearía recordar que al día de hoy Alemania sigue en la lucha por curarse del lastre fascista. Es una lucha sostenida que ha durado más de 70 años.
 
¿Qué podría haber comentado nuestro amigo Rainer de nuestra situación? Luego de pasar 28 años detrás de un muro, que era el simbolismo de la anacronía totalitaria, puedo pensar que su respuesta nos hubiese dado aliento y nos recordaría la herencia de aquellos hombres y aquellas mujeres que han dado su vida en la lucha por la Libertad.

¿Qué tan prolongada ha de ser nuestra lucha para curarnos de nuestros males? Nadie lo puede saber, pero recordar y denunciar la barbarie es un buen comienzo.

miércoles, 17 de septiembre de 2014

¿En un avión o en una tumba?

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¿Conoce usted la sensación? ¿Puede describirla? Aquella, donde al parecer no hay solución; aquella, donde al parecer navegamos en un barco destinado al naufragio.

Ha sucedido en el termino de 3 meses que mi vida ha dado un giro. Me siento diferente a como me sentía durante el mes de junio. Quizá haya sido mi cumpleaños o el Mundial de Futbol lo que me mantuvo entretenido. Sé que todo es diferente. Ahora he perdido aquel faro que guiaba en la tormenta.



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El primer caso: una fiesta de ingenieros de la UCV celebrada en Altamira. Mi primer indicio: Todos hablaban de distintos destinos, diversos viajes, cuantiosos problemas y pocas esperanzas. Aquella noche la brisa fría me dio la primera pista. Aquella sospecha de que algo no andaba bien. Sucedía que todos mis ingenieros planeaban irse de la nación que tiempo atrás suponían su patria. Creí tener la idea de que me encontraba alrededor de personas infectadas por una misma idea. Nadie veía solución para nuestro país.
(No importa. Yo si me quedo en Venezuela.)



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Parece ser esa la gran epidemia del país. Del Chikungunya hablaremos otro día. Me hice aquella noche una pregunta, ¿cuál habrá sido el mayor desfalco de la nación? ¿CADIVI o el de la marcha de aquellos aventureros que se planean a otras vidas lejos de Venezuela? No era el punto. Fue una sospecha inicial.

El segundo round fue en mi casa: la despedida de un ser querido. Mi hermano, mi gran héroe se iba a nuestra madre patria, la de Santander. Fue difícil, pero fue en el momento en que el Ing. Arreaza y el Ing. Cook lo dijeron cuando entré en razón. Todo el mundo está huyendo de una hecatombe, o eso es lo que aparenta ser este éxodo.

Vino a mi mente el profesor Páez con sus cifras y sus números sobre la comunidad venezolana en el exterior. Una cifra inmensa, un impacto mínimo. ¿A qué se deberá esto? ¿Qué acaso a nadie le aterra el hecho de que estamos perdiendo a nuestros jóvenes? Suena a resignación el conformarse con un futuro o en un avión o en una tumba. No quiero pensar demasiado, hace daño.

Mi pensamiento sigue siendo el mismo, ¿no?
(Yo creo que me quedo en Venezuela. A donde más iría.)



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El hijo mayor de Gersain se marcha del país. El hijo mayor de Milena se va porque ya Venezuela es peor que una guerra en el Medio Oriente. El hermano de Steven ha tenido que dejar la patria que durante 28 años le prometió un futuro que ahora resulta ser imposible.

¿Cuántos hijos y hermanos nos han abandonado? En un avión o en una tumba, no importa el número. Lo que indigna es la capacidad de metabolizar la barbarie. Si no estamos ahí pues, por favor, les suplico, díganme en donde estamos… ¿a dónde vamos?
               (Steven, ¿de verdad te quedas en Venezuela?)



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Sigo pensando en mi hermano, sigo pensando en el país. Sigo pensando en el profesor Páez y sus cálculos. Sigo pensando en aquella lejana certeza que significaba quedarme y vivir mi nacionalidad... Por donde vamos caminando es un sendero lleno de espinas. Seguimos remando en un bote que se va sumergiendo.

Quiero servir a mi país pero quiero sobrevivir en el intento. Quiero ser profesor de la UCV en el futuro –así, a lo Seoane, a lo Campos, a lo Viso  o como el propio Nicolás- pero quiero  un buen sueldo. Quiero que mis hijos nazcan en mi Caracas y que estudien en el San Judas Tadeo, pero también quiero que jamás sean víctimas del hampa. Quiero que mis seres queridos jamás pasen a ser cifras de la Morgue de Bello Monte. Quiero decir que sobreviví a la barbarie y que hice un mejor país…



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                (Entonces bachiller, ¿en un avión o en una tumba?)

domingo, 3 de agosto de 2014

¡Adieu Louis!

Testimonios de un gran amigo del sano Althusser.

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            Louis era un profesor común y corriente, depresivo pero sencillo. Francés intelectual de gran talante que al menor problema saltaba con alguna infamia, solo comprendida por aquellos quienes nos encontrábamos lejanos al comunismo soviético del que nos había hablado el gran Herbert.
Si bien su mirada escondía una extraña fuerza que no comprendíamos, para nosotros no era más que una excelente persona. Fue hacia el final de los 60s cuando la fama comenzó a llamar a su puerta. Y es que al final de esa década todos fuimos jóvenes que vivimos muy cercano el Mayo Francés; todos nos enamoramos durante el 68; todos estábamos felices, la vida parecía tener sentido en este parasitario mundo que, con cada consigna, destruíamos sin dejar rastro alguno. 
Louis fue maestro, amigo, compinche, compañero de tragos, amante del buen tabaco, buen esposo e intelectual terrible, dedicado a escribir todo lo que durante aquellos años era herejía pura entre tanto comunismo ortodoxo. Para nadie es secreto que entre él, Michel y Jacques los jóvenes franceses habíamos encontrado a nuestros nuevos héroes y nuevos caminos para desentrañar todo lo que la sociedad opulenta daba por sentado como modelo a seguir. 
El hombre unidimensional de Herbert adquiría nuevo sentido con nuestros maestros. Era posible algo más. Había algo más y con nuestra revuelta en el 68 dimos a De Gaulle una patada. Solo faltaba el Just Fontaine del 58 para terminar de armar la fiesta. Mucho debíamos a Louis. 

Durante varios momentos pareció como si Louis hubiese conocido en persona al mismísimo Marx. Lo entendía y lo reescribía en una manera que para muchos fue un pecado y para tantos –como mi persona- fue un credo, fue la salida que necesitábamos para romper con la bazofia estalinista. Ni hablar de aquello que sucedía en Cuba... ¿Revolución sin salir de la represión de las armas de los militares? Tan buen chiste como que De Gaulle y Churchill eran héroes defensores de las libertades de los pueblos.
A mí nadie me engaña, yo sé que nuestro espíritu, que fuera influenciado seriamente por nuestros maestros franceses y nuestros maestros en Hesse, era la salvación de la izquierda. Ahora la industria cultural estaba tragándose la imagen del Che. Y ojo, cuando hablo de Industria Cultural por favor le ruego que no vaya usted a tomarme por un conservador cretino como lo fuera el grandioso Theodor. Todos saben que yo escucho buen jazz y de vez en cuando estoy de humor para buenos blues. Lo que si no soporto es la enfermedad de estos chicos británicos que enloquecen a las masas, tal como lo hiciese en su momento el mismísimo Hitler. Hay que distinguir entre buen gusto y talento, por un lado, e industria y comercialización por el otro. Louis siempre nos lo decía: "una buena canción vale tanto como un buen manifiesto".



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Jamás sospechamos la perversión de nuestro maestro, ni de su terrible condición –Lacan siempre dijo que era malo llamarlo enfermedad-, pero a veces nos parecían incomprensibles sus chistes o sus metáforas. Recuerdo que una vez comentaba que había tenido una discusión con una cabra y todos reímos hasta más no poder. Louis rio y rio. La alegría había terminado para el tiempo en que Louis sacara de su bolsillo dos orejas desmembradas, ensangrentadas y peludas. Había un color casi marrón en sus manos y aquellas apestosas orejas. Era la sangre ya seca la que producía aquel color tan particular. Recuerdo las manos de Louis sosteniendo las orejas, con sus manos temblando y su cara con un gesto de desesperación y locura que nos decía que con sus propias manos temblorosas había cortado las orejas a una cabra, para que así nosotros también pudiésemos también hablar con ella… Hasta en su locura fue todo un camarada.
Y no fue la única ocasión. Varias oportunidades vimos como Louis se reía de los obituarios colocados en la prensa. Mientras más joven fuese la persona más gracia le causaba. Nadie entendía esos arranques. Todos pensábamos que era parte de su excéntrica personalidad. Y varios intentábamos hacer caso omiso a lo que sucedía con Louis. No era posible que el héroe del Eurocomunismo Francés pudiese estar loco. ¿Qué haríamos sin Louis más que deambular por el mundo sin remodelar lo que los soviéticos  destruyeron?
Yo siempre hablé Hélène, su esposa. Ella era una señora bastante agradable, conectada con nuestros ideales. Comunista de pies a cabeza. Maestra del maestro. Ella en cierta medida contenía los ataques depresivos de Louis. Se amaban y se complementaban. Ante los arranques de locura de Louis siempre Hélène mostraba una que otra afable sonrisa para hacer sentir cómodo a su esposo. Destino cruel el que deparó aquel final para tan bella y fina mujer.
Lo peor fue ver como todo iba en retroceso. El pico más alto de nuestra generación estaba en aquel 68 y año tras año mirábamos al pasado con más nostalgia que nada. Todo aquello fue magnífico, una obra de arte. Francia volvía a ser el centro del mundo. Si dimos espíritu a la burguesía en su Libertad, Igualdad y Fraternidad también podríamos tumbarla con nuestras 3M: Marx, Mao y Marcuse. Más transparentes los germanos que el chino, del cual sabemos poco y desconocemos demasiado. Aún nos preguntamos que fue aquello de la Revolución Cultural pero aún así confiábamos en el señor Tse Dong. No era tan amigo de los rusos como lo fueron los cubanos.

Al pasar la década de los 70s todo fue haciéndose más difícil. Más complejo. Ya había pasado Vietnam. Habíamos sabido de varios fusilamientos en Cuba. Había pasado tanto y Louis aún era nuestro maestro hasta aquella crisis que los golpeó fuertemente durante el 76. Todos entramos en pánico, pensamos que habíamos perdido para siempre a nuestro maestro. Lo aquejaba una melancolía que, al parecer, solo entendían él y Hélène. Sigo pensando en nuestro entusiasmo cuando nos enteramos que su psiquiatra sería el ya viejo Lacan. Toda Francia vibraba de alegría. Nuestro mesías volvería a las andanzas y se recuperaría de su padecer. El Eurocomunismo y el nuevo psicoanálisis de Lacan hacían una sola alianza
Nos sorprendió a todos cuando Louis publicó sus dos últimos libros hacia el final de aquella década tan extraña. Festejos en la Sorbona. Alegría en los Campos de Marte. Champaña en los cuarteles de aquellos jóvenes revolucionarios que soñaban con un futuro mejor. Hasta se llegó a hablar de Althusser para el parlamento. Todo volvía a ser como en el 68. Hasta el cretino de Jean-Paul se alegró, más allá de no estar de acuerdo con nuestras discrepancias con el marxismo estalinista.
La alegría duraría poco. En noviembre de 1980 nuestros sueños y deseos se irían derrumbando poco a poco. Pobre Hélène; quien la asesinó no era ya nuestro amado profesor… era un asesino maniático que se apoderó de la mente de Louis.



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Era una mañana invernal. Yo trabajaba para el Departamento de Pensamiento Político. Dictaba cátedra de las ideas políticas de los personajes prominentes del siglo XIX. A veces hacía tertulias para adentrarme junto a mis estudiantes en el apasionante territorio que era el entender parte de la teoría de la racionalidad técnica. La infame Ratio-Technica. Sé que fue un alemán depresivo el que puso la piedra fundacional, pero quienes dieron en el traste con ella fueron los compañeros de Frankfurt.
Hasta ahora el libro de la Teoría de la Acción Comunicativa ha sido verdaderamente atractivo. Nuestro amigo Jürgen se ha esforzado; no en vano él es el heredero de Theodor, Herbert, Max y Erich. No pongo en esta lista a Walter, a quien por más que yo tenga especial admiración no dejará de ser un loco amante de la técnica. A veces  detesto admitirlo, pero la libertad que tenía Walter, al igual que Georg Simmel, lucía atractiva para mí; y es que en parte es esencial esta libertad. Ninguno de los dos pudo desempeñar en plenitud el rol de profesor universitario.
Quizá formar parte de la academia es parte de esos monstruos de los que hablaba Goya. La razón ilustrada nos ha convertido en maquinas alejadas de la realidad. ¿Quién puede decir a ciencia cierta que el pertenecer al claustro académico no empeoró la condición de Louis? Unas largas vacaciones le hubiesen hecho falta. Luego de su triunfal regreso estaba bajo demasiada presión.

Mi clase empezaba a las 2:30PM pero ese día decidí llegar un poco temprano para leer algunos ensayos de mis estudiantes en mi oficina. El germen posmoderno se ha apoderado de las universidades europeas. No soporto a estos niños de hoy en día, que creen que la izquierda y la derecha son el mismo mal. La ideología es un eterno problema, siempre lo dijo el más grande. Llegué a la universidad y al caminar por los pasillos vi la cartelera de los horarios. Noté que Louis, mi gran maestro, dictaría una clase a la misma hora que yo.
Decidí entonces convocar a mis estudiantes para ir en grupo a ver esa clase, que complementaría parte de nuestras sesiones. La clase hoy sería sobre Maquiavelo. La dictaría el gran intelectual francés del siglo XX. Louis Althusser.
Busqué por toda la universidad a mi amigo y querido maestro pero jamás lo conseguí. En un principio aquello  me extrañó; Louis jamás llegaba tarde, y cuanto más temprano estuviese en la Universidad para leer y para ejercer de empedernido pedagogo mejor. Supuse que se había quedado dormido. Esperaba que su clase comenzase a la hora planteada para no correr con la doble presión de dar clase a mis estudiantes y los estudiantes de su curso.
Eran las 2:29PM y Louis aún no llegaba. Todo era muy extraño para el tipo de persona de la que les estoy escribiendo.  Todo apuntaba a que sería yo quien dictase la clase hasta que por fin del umbral de la puerta salió nuestro querido profesor. Les juro que al verlo sentí la misma emoción que cuando lo vi por primera vez hablándonos en clase sobre el joven Marx. Sin embargo al pasar el umbral noté algo extraño en su cara. Algo que me traía una especie de repulsión y pánico. Algo traído del pasado.
Luché por varios segundos intentando rememorar el origen de este temor, hasta que por fin lo comprendí.
¡¡Las orejas de la cabra!! ¡¡Louis!! ¡¡Amigo mío!! ¡¿Qué has hecho?!



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             Buenas tardes estudiantes, disculpen la molestia del retardo. Es usual que uno tome el camino hacia La Defense en bicicleta y que la bicicleta resulte necesitar un poco de gasolina. (Carcajada)Esa sería la tercera gran hazaña del día de hoy para mi persona. La segunda fue que hoy pude por fin limpiar mis sabanas de una manera totalmente novedosa: sin que mi mujer me regañase cada 2 minutos por no saber utilizar nuestra novísima lavadora (risas de todos los estudiantes). Y todo esto ha sido posible, la segunda hazaña, gracias a la primera gran hazaña del día de hoy. He podido complacer a mi mujer por primera vez en mi vida sin que ella tuviese queja alguna del placer que le afligí. Ella me ha pedido encarecidamente que la asesinara, que la estrangulara, que extinguiera su vida de este miserable mundo. Yo solo he hecho caso y ejecuté su orden a la perfección. La he ahorcado, la he asesinado. (Miradas incrédulas, silencio total) Mis manos aún me duelen, su cuerpo en un principio se resistió pero al final pude lograr complacer a mi querida Hélène. ¡La amo tanto! Espero que donde quiera que esté conserve sus hermosos ojos azules. El cadáver, ante la presión que ejercí, ha tornado sus ojos azules a unos ojos vacíos  y rojos. ¿No les parece curioso el cuerpo humano? Ante el maravilloso arribo de nuestra mortalidad no hace más que podrirse y hacer insoportable lo que a su vez es pura liberación. Hélène me pidió que la liberara de su terrible pesar. Ella sabía que todo se venía abajo y yo creo tener la misma sensación. De ahora en adelante nada será igual…El mundo se apagará en cualquier momento. No tendré la dicha de morir a manos del único gran amor de mi vida. ¡CUÁNTO TE ENVIDIO HÉLÈNE!
           

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La policía fue a la casa de Louis y así fue descubierto el cadáver de Hélène.
Las sabanas en efecto estaban limpias. Esa fue la causa de la demora de Althusser, no aquella alucinación de la bicicleta.
Con Hélène han muerto tantas cosas, tantos sueños y tantas esperanzas. Lacan se fue a la basura, el Eurocomunismo se quedó sin su héroe, la izquierda ha quedado derrotada en la opinión pública. ¿¡¡Cómo íbamos a dejar que la derecha masacrara a nuestro amado amigo!!? Hemos debido ser cautelosos. En especial mi persona. Yo sabía, inmediatamente al pasar el umbral, que Louis había cometido una locura. ¡¡Jamás pensé que podría asesinar a su esposa!!
Ahora solo quiero descansar. Sigo atónito. No puedo creer que mi maestro se convirtiese en un asesino.
He ido a visitarlo varias veces en el sitio en el que está recluido. Hablo con él pero es como si ya no hubiese nadie en ese cuerpo. El ser humano que fuese tan hermoso, tan cándido y generoso ahora es un despojo viviente. Habla sin sentido, susurra cosas a la oscuridad y se queda fijamente observando a la pared de su cuarto.
He podido revisar sus apuntes en búsqueda de una señal. Una luz entre tantas tinieblas. Escribe solo incoherencias. Dibuja muchas cruces. Ha rememorado los días de su temprano cristianismo.
He ido 15 veces aproximadamente a su sanatorio. Ya no soporto verlo. Detesto el cinismo. Detesto saber que estoy al lado de alguien que ya no distingue la realidad de la fantasía. Detesto estar al lado del monstruo que asesinó a Hélène.
La última vez que fui le pregunté una sola cosa.

-          ¿Louis, porque nos hiciste esto? ¿Por qué mandaste todo a la borda?
Su respuesta, luego de 20 años, aún me da tristeza…
-          Pregúntaselo a Hélène, ella jamás me quiso. Sé que ella se burlaba de mí a mis espaldas. Apuesto que todo fue una treta. Ella ha venido a visitarme, varias veces, quizá 7. ¿O ha sido otra persona? He escuchado que alguien la ha asesinado, pero no lo creeré hasta ver el cadáver. Todo esto me llena de tristeza, estoy más solo que nunca. Aunque te confesaré algo: creo que Hélène estaba perdiendo la razón. Las veces que la he escuchado solo ha dicho cosas insensatas sobre nuestra religión. Pareciera que se hubiese convertido al ateísmo. De ser así bien merecida tendría la muerte, ja ja ja ¿me hago entender? Recuerdo que la última vez que vino dijo una sola cosa coherente. Creo que esa única cosa llena de coherencia será el titulo de mi próximo trabajo.
- Pero... ¿Qué te dijo Louis?
L'avenir dure longtemps.

domingo, 20 de julio de 2014

Demencia Incurable: un ejemplo cinematográfico y un caso político

            -Venezuela y su dificultad comprensiva
El caso venezolano es uno que llena de interrogantes, en tanto que la facilidad de dar un diagnostico preciso sobre lo que sucede en nuestra nación requiere nuevas formas de pensar y analizar. No es una dictadura pero si es una dictadura. Hay libertades pero no hay libertades. Hay un gobierno militar y no hay un gobierno militar. Entonces, si a esta diatriba nos vamos entonces ¿en donde carajo nos encontramos?
            A mi manera de verlo nos vemos en algo así como una hallaca[1], en algo lleno de particularidades, lleno de singularidades las cuales, aún conformando a un todo, cuesta trabajo definirlo partiendo desde las reglas básicas de la cocina. Hay un poco de esto y un poco de aquello. No ver esta variedad que se nos presenta en el panorama actual en nuestro país es optar por tomar un camino ciego y anclado a las viejas formulas del pasado.


-El paciente y el diagnostico
           Me encargaré de hablar del gobierno, que en el actual instante se encuentra en una grave crisis[2] . Y es que por primera vez en la historia de nuestro país hemos podido observar una manifestación del estilo psiquiátrica, en su plenitud, en lo que para términos clásicos es el Estado Moderno: hablamos de la esquizofrenia. La esquizofrenia según el Diccionario de la Real Academia Española es un “Grupo de enfermedades mentales correspondientes a la antigua demencia precoz, que se declaran hacia la pubertad y se caracterizan por una disociación específica de las funciones psíquicas, que conduce, en los casos graves, a una demencia incurable”[3].
            Más allá de lo que usted pueda creer le comentaré que desconozco en su totalidad cualquier alusión teórica, que haya arrojado la psicología o la psiquiatría, de lo que clínicamente es la esquizofrenia; lo que sí puedo asegurar con total certeza es que si a ver nos vamos el concepto aquí comentado se adhiere a lo que se ha manifestado por medio de los voceros del Estado. Esto en tanto que se cumplen las siguientes características:
1.      Grupos de enfermedades mentales: se evidencia en las causas que ha manifestado el paciencia en tanto su lenguaje y su comportamiento. No hay una sola enfermedad sino diversas, no hay un solo culpable sino varios. No es solo la Guerra Económica sino también el proceso colonial de hace más de 400 años. No es solo la empresa privada sino también el conocido nuevo mal del cadivismo, del cual, casualmente aún no hemos oído aprehensiones o encarcelamientos.
2.      Antigua demencia precoz que se declara hacia la pubertad: No hay que olvidar que ya nuestro régimen político tiene 15 años. No es azaroso esto, diversas veces en el pasado en el discurso del propio Hugo Chávez se manifestaba la enfermedad que acaece a sus sucesores. Observar sobre todo en las alocuciones donde se hacía referencia a la amenaza yanqui mientras el ministro de Finanzas tranzaba negocios con Chevron, entre otros.
3.      Demencia incurable: Y en este punto nos extenderemos, puesto que como se ha observado en el último mes, pareciera que el paciente da signos de haber tomado el camino sin retorno. El de la demencia incurable, nada fácil de ser tratada en tanto que la misma se manifieste por medio de tres vocerías. Así es, tres vocerías y tres maneras de comprender al PSUV y al Gobierno: La del poder económico, la del sector civil y la del brazo militar. Apostamos por creer que este sea un síntoma de la condición esquizoide de nuestro gobierno. Por ejemplo, cada cabecilla de cada fracción importante – Rafael Ramírez, Nicolás Maduro y Diosdado Cabello- se mantiene en palabras claves que aglutinan a la mayoría del credo chavista: el socialismo, la necesidad del cambiar el sistema capitalista, la amenaza imperial, gobierno popular y participativo, la canalla neoliberal, los medios de comunicación privados y sus mentiras, entre otros. Eso mientras estos títulos entrelazan parte de la lógica boliburguesa[4], ahora bien, ¿qué pasa cuando todos estos conceptos son desarrollados por las vocerías de cada fracción importante? Ahí la cuestión se pone sumamente difícil, digo, para aquellos que intentamos hacer análisis y ejercicio de comprensión con respecto a lo que sucede en materia económica y política en Venezuela.


-Entre la ficción y la realidad: un caso cinematográfico:
Como en Irene, Yo y Mi Otro Yo, película de humor negro de los Hermanos Farrelly[5], la sociedad venezolana se encuentra en una especie de tragicomedia. Somos nosotros, el pueblo, una suerte de Irene, que ha caído absorbidos por el encanto de nuestro extraño amor: un policía que toda su vida estuvo sometido y que, al sufrir una de sus tantas humillaciones, sucumbe ante una esquizofrenia que divide su mente en dos. Por una parte está Charlie, el mismo policía de siempre que ha sido objeto de burlas en su pueblo, y está Hank, el lado violento, el lado del sujeto que no creen en ningún compromiso social, ni en ninguna institución.
El PSUV es la encarnación de este policía que cumple 4 facetas: a) la del pobre e “inocente” funcionario policial que es objeto de todas las burlas del pueblo, pero que aún así es el ejemplo a seguir, una especie de Working Class-Hero; b) la del uniformado déspota, capaz de ahogar a una niña a razón de vengar las previas humillaciones vividas[6]; c) la del civil incapaz, que no está en condiciones para asumir la vida cotidiana pero aún así hace caso omiso y, “accidentalmente”, olvida sus pastillas; y d) el civil, que como respuesta al olvido de las pastillas, es una personalidad dominada por la cobardía y la conflictividad, producto de la misma esquizofrenia.
Estas cuatro facetas las observamos en quienes han sido las figuras de peso en el gobierno nacional desde el 2012 hasta nuestros días. Importante resaltar la preponderancia que damos al símbolo del uniforme, sin el cual resulta complicado en los días de hoy distinguir a un militar de un potencial delincuente[7].

a)      Hugo Rafael Chávez Frías es el funcionario que fue objeto de burlas, el ejemplo a seguir, el militar que mantenía la cordura pero que a su desaparición física da paso a la emergencia de las personalidades, producto de la demencia incurable que es la esquizofrenia. Que, según el discurso popularmente constituido, no era culpable de nuestros males ni estaba al tanto de los mismos. Una especie de ser inocente que como bien sabemos, tanto en la película como en la historia, es el gran responsable de la crisis posterior.
b)      Diosdado Cabello es el déspota, el que es capaz de vengar sin escrúpulo alguno las injusticias del pasado. Es la primera versión de Hank, esa representación del militar  hago-lo-que-me-da-la-gana venezolano, que a razón de hacerse respetar puede humillar a una mujer frente a sus hijos en la cola de un supermercado[8].
c)      Rafael Ramírez es el civil con la incapacidad de asumir el reto de vivir la vida cotidiana, o como lo llamase Alfred Schütz (Blank en Larrique, 2007: 200), esa tensión necesaria para distinguir el mundo de lo real con el mundo de los sueños[9]. En el caso particular de Ramírez es la incapacidad de lidiar con la presión de los sectores económicos y el idealismo del socialismo del siglo XXI. Esta tensión que es propia de la realidad social es insoportable para el personaje, que siempre para enfrentar una diatriba o una situación producto de la tensión de la que habla Schütz recurre al déspota[10].
d)     Nicolás Maduro, que es el civil cobarde y conflictivo, que ayuda al civil incapaz por medio de la retórica dirigida a amedrentar e intimidar. Para aquellos que han visto la película vale la pena recordar que al final, luego de que el Hank civil hiciera ejercicio de violencia por medio del lenguaje sucedían dos cosas: o la gente ignoraba o cuando alguien lo enfrentaba el decidía escurrirse en la mente para dar paso al Charlie incapaz de sobrellevar la vida real. Algo así como cuando nuestro Presidente anunció en enero que el dólar se mantendría en 6,30 para luego, en menos de dos meses devaluar la moneda a un increíble 11,30.


-Demencia incurable, reencanto imposible.
De lo que hemos podido ilustrar por medio de este ejemplo vale destacar que creemos que el caso del PSUV es uno digno de una tragedia y no de un drama, puesto que el último tiende siempre a resolverse mientras que el primero no es más que una historia sin solución posible. La solución en la película aquí comentada gira en torno a la cura del personaje central, la vuelta del personaje y modelo a seguir, y el reencantamiento que esto otorga a la relación entre Irene y Charle. 
Lo contrario a lo de aquella historia es lo que sucede en nuestro país: quien que era capaz de reencantar por medio del discurso falleció oficialmente el 5 de marzo del 2013. De ahí en adelante el chavismo se ha encontrando en esta complejidad que supone el buscar un nuevo discurso hegemónico; tarea álgida pues no hay uno solo sino que hay tres, el del déspota, el del incapaz y el del cobarde. De que exista una posibilidad de conseguir un nuevo discurso oficial no es mentira, entre las pugnas a lo interno del PSUV podemos agregar el cómo el gendarme militar ha ido tomando espacios propios de lo civil[11]. Pero lo que sí vemos con inminencia es lo incurable de esta forma de gobierno que luego de 15 años da signos de una demencia que es incapaz de dar sentido al mundo de vida político. Se encuentra pues, nuestro paciente, dando pasos hacia un camino sin retorno.


[1] Vale rememorar el por qué de esta metáfora: la historia que popularmente se ha construido de la hallaca. Se ha dicho que su origen viene desde la época de la colonia, donde los españoles al termino de sus comidas arrojaban los sobrados a los esclavos, quienes conformados por indios y negros unían todo aquello en un solo plato, envuelto en masa y la clásica hoja de plátano. Es decir, damos luz con este ejemplo a lo que es una mezcolanza, algo muy común en las tierras sureñas.
[2] Una crisis que no solo permea al PSUV: la MUD y demás fuerzas opositoras se encuentran en igual medida en crisis. ¿Son estas crisis reflejos de las partes que conforma la decadencia nacional?
[4] Lógica dominante que se extiende en todas las formas de práctica política en el estado. Todo el entramado discursivo-retórico que hace razonable a la corrupción y a los enchufados. Ver casos como los de Antonini Wilson, Aponte Aponte y el de Derwick Associates.
[5] http://es.wikipedia.org/wiki/Me,_Myself_%26_Irene
[6] http://www.youtube.com/watch?v=y27IHhe6hZY                    
[7] El tema de lo civil y lo militar fue desde el Siglo XX hasta el sol de nuestros días gran preocupación dentro de la intelectualidad venezolana. ¿Cómo superar el tema del gendarme como rector de la vida política y civil? Esta incongruencia de nuestra democracia puede ser aclarada con el ejemplo expuesto en la nota final de este ensayo. La dicotomía entre lo civil y lo militar la podemos leer en El Incesto Republicano: Relaciones civiles y militares en Venezuela 1812-2012  de Alejandro Cardozo Uzcátegui y Luis Alberto Buttó.
[8] http://www.youtube.com/watch?v=q8-1vRIXn38
[9] Larrique, Diego (compilador). 6 Ensayos de Teoría Social. Caracas. 2007. Ediciones/FACESUCV.
[10] Quizá no muy claro en el caso venezolano, pero observemos que no ha sido de gratis la salida de los cuarteles por parte de cantidades importantes de militares. Se evidencia esto sobre todo para los meses de abril, mayo y junio, donde la cantidad de militares era proporcional al aumento de precio que se evidenció en los víveres y recursos de primera necesidad. Es decir, para cualquier política económica es necesario el brazo militar… eso en tanto se evite la manifestación del descontento popular.
[11] Observable en la cantidad de gobernadores, parlamentarios y ministros con pasado en el estamento militar. El mayor ejemplo lo encontramos en nuestra Asamblea Nacional, donde el presidente de la misma no es nada más y nada menos que Diosdado Cabello, líder militar del régimen boliburgues. Parte de esta situación creemos que se debe en gran parte al histórico dominio de los militares sobre la política venezolana (quizá minimizado durante el puntofijismo), pero a su vez a la falta de interés y capacidad por parte de los civiles a la hora de asumir las riendas del aparato político y estatal.

martes, 15 de julio de 2014

Sociología, canon clásico y la modernidad

-               Ensayo escrito con la finalidad de  sintetizar algunas de las ideas ya estudiadas, previo a presentar el Concurso para Preparadores del Departamento de Teoría Social.

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El canon clásico de la sociología está conformado por los pensadores que en su momento marcaron pauta y dieron pie a un sinfín de interpretaciones y análisis que al día de hoy aún seguimos estudiando en el campo de las ciencias sociales. Hablamos de Karl Marx (1818-1883), Émile Durkheim (1858-1817) y Max Weber (1864-1920). De todos han salido distintas ramas de la sociología, la estructuralista, la crítica, la comprensiva, entre otras; es decir, sus pensamientos y sus ideas han servido de influencia (¿y herencia?) para lo que el pensar la sociología se trata.
Ellos han servido como influencias y como marcos referenciales de muchos autores y diversas teorías, pero si a ver vamos ¿Cuál fue la influencia de dichos autores a la hora de producir conocimientos? Distintas influencias sobrevuelan sobre el pensamiento del canon sociológico: a.) por un lado podemos hablar la influencia geográfica-histórica de cada uno de sus desarrollo, b.) las influencias teóricas de cada autor y c.)  La cuestión de compartir un mismo discurso, es decir, el único posible en la llegada de la época moderna donde la ciencia, el método y la razón eran lugares comunes.
A continuación pasaremos a describir de manera muy breve el cómo entendemos estas influencias:
a)      La influencia geográfica-histórica: Es imposible pensar la sociología de Durkheim fuera de Francia, o la postura anti positivista de Weber de no haberse encontrado el mismo en Alemania, o el interés de Marx en la fábrica[1] de no haber evidenciado las huellas del capitalismo en Inglaterra. En los tres autores estos tres países y sus realidades marcaron sus postulados. Vemos por ejemplo que la idea del Durkheim pro-república del orden por medio del progreso no hubiese sido posible de emerger sin el gran marco de la Revolución Francesa.  Michel Mújica nos hablará de las tres revoluciones que vivió Europa en el siglo XIX: la revolución política (Francia), la revolución económica-industrial (Inglaterra) y la revolución filosófica (Alemania)[2].  Tres revoluciones que dan cuenta del inicio de una época que es producto de todo lo relacionado con la Ilustración. Pensar todo lo que fue y las implicaciones de la Revolución Francesa en el pensamiento francés de finales del siglo XIX o de la irrupción del pensamiento protestante con Lutero en Alemania del mismo siglo es pensar  en las distintas fuerzas que se conjugaron para hacer posible parte de las posturas de las teorías weberianas y durkheimnianas.

b)      Las influencias teóricas de cada autor: Hablar de cualquier autor es hablar de su ascendencia intelectual. Cada autor es hijo de la época en la que se ha desenvuelto y cada época es producto de las interpretaciones que se hacen de ella. Es una relación dialógica entre tiempo-autor-teoría. Siendo esto así, es de primer orden hablar por ejemplo de las relaciones intelectuales entre Hegel y Feuerbach con Marx, o la clara influencia que tuvo el pensamiento de Comte y Saint-Simon en los desarrollos de Durkheim. Y ojo, hablamos de influencias en el sentido estricto en el que observamos como nuestros autores recogieron algunos postulados e ideas pero aún así eso no los privó de la originalidad que sirvió como basamento para la ciencia social que hoy ejercemos. Un caso emblemático de esto lo encontramos en Max Weber y su relación con Wilhelm Dilthey[3], donde el primero recoge la idea del segundo sobre el Verstehen, y la adecúa en la totalidad posible, a su entender, de las ciencias sociales. Un entender que estaba ligado evidentemente al apego al método como herramienta esclarecedora del conocimiento.


c)      El discurso epocal: el tercer punto podríamos apreciarlo como la conjunción de la influencia histórica, la influencia geográfica y la influencia del pensamiento, y en el cómo estas se conjugan para manifestarse en los términos acuñados por los autores. Del discurso epocal podemos decir que era la manera en la cual se manifestaba, por la vía del lenguaje, la gran revolución[4] que vivió Europa como producto de distintos puntos relevantes que se consideran claves para entender el proceso moderno, entre ellos: las caídas de la monarquía, el inicio de la idea del Estado Democrático, el avance de la técnica, la proliferación de las diversas ideas políticas de la época, el nacimiento del capitalismo, la teorización del progreso, la esperanza en el futuro y el devenir, y el inicio de la confianza en la ciencia como única vía posible para alcanzar la verdad.


La manera bajo la cual estas características se manifiestan en el canon clásico es observable, al menos, en la visión y posición que cada uno tenía respecto a dos elementos que hacían notoria su estancia en el mundo de la modernidad: ciencia y la razón. En algunos casos unificados los criterios y en, algunos otros, divergentes en su totalidad, dado las razones históricas y las razones teóricas enmarcadas en el distanciamiento de Marx en el tiempo con respecto a Weber y a Durkheim o en tanto la posición de Weber sobre la ciencia que discurría en totalidad a la visión marxista y positivista temprana del sociólogo francés.
Por ahora nos encargaremos de decir que una pequeña introducción a cada autor podrá alimentar la discusión para posteriormente entrar en el tema de la ciencia y la razón, puesto que sin entender las conceptualizaciones que cada uno realizó, por separado, el camino para conocer las percepciones de los conceptos pilares de la modernidad en el canon clásico sería de gran dificultad. Tomaremos pues en cuenta las tres influencias atrás mencionadas para dar con el porqué de algunos postulados de nuestros autores sociológicos.




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Karl Marx: el hombre multidimensional
La sociología y el pensamiento político del siglo XX tuvo como uno de sus grandes protagonistas a Karl Marx, alemán de origen judío que no solo se conformó con ayudar a la temprana crítica a los clásicos de la economía política[5], sino que también hablamos de una persona que complementó y modificó parte de los postulados filosóficos de su época[6], se encargo de estudiar la política y el crecimiento de la nueva clase dominante en el temprano capitalismo además de dar un punto de vista iniciático sobre la crítica de los tempranos estudios de población.
Para la época en que Marx ejerce su impronta de intelectual el apelativo de sociólogo no existía o no estaba del todo establecido. Se estudia en nuestra disciplina por distintas razones entre las cuales cabe destacar su visión global sobre el mundo social donde, como eminente figura de la modernidad, se ocupa de hablar de parte de las preocupaciones intelectuales de la época y que se encontrase en discusión para aquel momento, sin escatimar la cantidad de disciplinas a las que apeló para hacer un estudio de la totalidad. No en vano ante el accidental olvido de Parsons a la hora de incluirlo en el canon sociológico Immanuel Wallerstein se asegurará de rescatarlo a él y a su sociología del conflicto[7].
¿Y por que hubo de rescatar Wallerstein a Marx? El rescate del autor estadounidense se fundamenta en parte por la crítica que desde USA se hacía a la todopoderosa teoría parsoniana, pero por la otra el rescate al autor está anclado a la indudable visión que tuvo Marx al respecto del tema moderno y sus repercusiones, las cuales para él eran que las que se hacían observables en el proceso de producción capitalista.
Parte de estas repercusiones de las que aquí hablamos se encuentran expuestas en los Manuscritos Económicos-Filosóficos de 1844, en los cuales es tratado el tema de la enajenación y posterior alienación de la cual se da cuenta como el proceso por el cual el trabajador se ve desprendido de una parte de su ser por medio de la confección de la mercancía que el mismo produce[8]. No es simplemente el proceso de producción sino lo que implica filosóficamente el proceso en sí. Dirá Marx posteriormente que el objeto, la mercancía, se le aparecerá al obrero como un objeto extraño[9], un objeto ajeno a sí, un objeto en el cual hay parte de su constructor pero en el cual, por medio de los valores de cambio y valores de uso impuestos por el mercado, se le es intercambiado por el salario.
Ante la dicotomía presentada por Marx entre los valores de cambio y valores de uso se abre una ventana para entender el proceso de producción en la etapa temprana del capitalismo. El salario equivale, en el valor de intercambio, a la fuerza de trabajo, la cual a su vez pertenece al obrero en su condición de animal o de maquina trabajadora[10]. Si salario es igual a fuerza de trabajo, ¿Qué queda del espíritu del obrero que imprime su fuerza de trabajo en el proceso de producción? Es una pregunta sin respuesta del “qué queda” pero si con una respuesta en torno a la situación del obrero, el cual se encuentra alienado, sin ser dueño de su fuerza de trabajo, sin ser dueño de su producción y sin ser dueño del valor que se le es otorgado a su trabajo. Esta relación de alienación produce en el obrero lo que Marx llamará la falsa conciencia, en donde el obrero, cegado por la ideología[11] que se le es introducida en el proceso de producción responde a una conciencia de clase que no le pertenece, a una conciencia de clase que responde a los intereses de la clase dominante. Es decir, el obrero responde a una conciencia de clase que le es falsa puesto que no corresponde a su ser y estar; no responde su verdadera noción de clase, a la del proletariado.
Esta es una muestra de lo que para Marx son parte de las contradicciones que ha producido el devenir de la historia en el individuo, y en sí es una lectura moderna al respecto puesto que para Marx, al igual que para sus coetáneos, la concepto de verdad denota una conexión directa con el método de investigación positivista y con la noción de la historia que se tiene desde el marxismo. Historia que Marx comprende como el dominio que ejerce el hombre sobre la naturaleza[12] y que a demás expresa lo que ha sido el inicio del capitalismo por medio de la acumulación originaria de la que habla en el Capital.
La noción marxista de la historia tiene una fuerte correlación con lo que fuera la dialéctica hegeliana y su visión histórica, la cual en algunos rasgos está permeada por el romanticismo alemán; esto en el sentido en el que Hegel propone una noción histórica en donde sea la conciencia la que determine las condiciones en las que se desenvuelve el actor social[13]. Marx da un vuelco y propone una historia en donde las condiciones materiales y físicas determinen el pensar del individuo. Es decir, no es el cogito ergo sum, sino todo lo contrario, primero está el existir y posteriormente la conciencia del existir.
Eso es el materialismo histórico; lo vemos plasmado en el registro que hace Marx de las civilizaciones y sus modos de producción, en la cuestión de la acumulación originaria, y en la alienación como situación actual del obrero para el momento en que se gesta su obra.
En sí la obra marxista es una obra que intenta no hacer la separación cartesiana del pensar y el sujeto material sino que intenta rescatar al individuo como totalidad creadora y creativa[14]. En su noción creadora y creativa podemos rescatar el discurso marxista sobre el futuro, donde se revelan aspectos importantes sobre lo que para Marx, de manera consciente o inconsciente, podía brindar la modernidad.
Modernidad que de por sí la hemos podido expresar por medio de todo el estudio que hace Marx: el rescate que hace a las condiciones materiales de los actores sociales y de su dominio sobre la naturaleza. Para Marx este dominio es desproporcionado por la manera irracional que se hace del mismo[15], tan o más irracional que las contradicciones que produce el capitalismo en la vida del proletariado. Como propuesta para hacer un poco menos irracional nuestra relación con la naturaleza y nuestra relación como sociedad surge una propuesta política que bien hemos conocido como comunismo.
El comunismo expresa esperanza y optimismo en los caminos en los que nos estaba llevando la ciencia. Puesto que por medio de la razón y la ciencia exacta[16]. La razón se manifestaría en el fin de las ideologías y el fin de la historia[17] en tanto que la verdadera conciencia pudiese tomar el lugar de la falsa conciencia producto del estado de alienación y en tanto pudiese replantear lo que la historia ha dictado por medio de sus procesos de producción y sus lógicas de dominación. La ciencia por medio del estudio depurado que brinda la dialéctica como método que enarbola la noción de síntesis que resalta las contradicciones que la historia ha producido en el individuo como actor social.
Es decir, el marxismo cuenta con una noción optimista del futuro por medio de la ciencia[18]. La fe en la ciencia es vital en la teoría marxista, al igual que en la teoría durkheimniana. Tanto fe como la opinión, que en el caso del científico social son materia de trabajo a la hora de saber diferenciarlas.
Y esta es una pequeña semejanza entre ambas teorías puesto que para la marxista la necesidad de reformular las instituciones es discusión de vital importancia[19] dado que mantener las mismas instituciones es mantener el mismo modo de producción que es el mismo que ha permitido la instauración, en jerga marxista, del Estado Burgués y demás consideraciones de tal estilo. En Durkheim las instituciones no sufrían tal crítica, todo lo contrario: es bajo las instituciones donde las promesas del progreso, por medio de la ciencia y razón, se hacen asequibles como veremos a continuación.



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Émile Durkheim: el post-revolucionario objetivante
Émile Durkheim es el padre metodológico de la sociología. Decir esto da un indicio de los aportes que el gran sociólogo francés tuvo en las disciplinas de lo social. Su obra, al igual que la de Marx y Weber da un repaso en tanto el tema de la conformación económica, el tema religioso[20], el tema político y su apuesta metodológica, que fue la que marcó la pauta para la sociología de inicios del siglo XX.
Parte del discurso de Durkheim responde en un principio al como occidente vio los procesos de desenvolvimiento de las sociedades; de más está decir que este proceso en el discurso moderno es un discurso sumamente eurocentrista y en el caso de Durkheim se encuentra el mismo tiempo plagado por algunos matices evolucionistas[21]. Basta solo observar en La División del Trabajo Social, los enunciados al respecto de las sociedades primitivas y las sociedades avanzadas. En la lectura encontramos la categorización de sociedades orgánicas y sociedades mecánicas; las primeras complejas y con un sistema de acoplamiento similar al del aparataje fisionómico del ser humano y las segundas menos complejas y con un parecido al cuerpo de una máquina con ensamblaje sencillo.
Las sociedades orgánicas son las sociedades avanzadas, las sociedades europeas de la modernidad que se caracterizan por la complejidad que las sobrecoge -productos de la modernidad y demás productos de la ilustración- y por las dificultades que se ven expresadas en el concepto de anomia. Las sociedades mecánicas son los primeros tipos de sociedad, en donde la vida es menos compleja y más certera; son sociedades donde la división del trabajo social no ha sido tan diversificada y tan profesionalizada como en el caso de las sociedades orgánicas. Observamos entonces un discurso que apunta a: 1. La analogía que se hace de la sociedad con el aparato humano, y 2. La preocupación de observar las consecuencias de la Ilustración en las sociedad.
No hay que olvidar que Durkheim viene de la Francia pos revolucionaria y que en un principio se encontraba desordenada y con una situación donde el devenir lucía no tan promisorio. En esa línea observamos el discurso de la sociedad como aparato orgánico que sufre de una patología[22], de una anormalidad que solo puede ser superada en el caso de Durkheim por medio de las instituciones y la renovación de la moral que solo podría ser llevada a cabo por los nuevos hombres de la modernidad: los hombres de la ciencia.  
Hombres de ciencia cargados de razón ilustrada que por medio del estudio de las sociedades podrán avizorar las “enfermedades” de las cuales padecen las sociedades para así salvarlas, para poder tomar un curso donde el orden y la moral sirvan para normalizar a la sociedad[23]. Pero, ¿bajo cuales parámetros debe el científico social estudiar a las sociedades?
En el momento en que Durkheim se hace esta pregunta ya la Methodenstreit había hecho estragos en las disciplinas científicas en Alemania. Pero Durkheim, fiel a su tradición y a sus maestros no rehusará el camino de una ciencia positivista; todo lo contrario, se asumirá defensor del positivismo y como gran jerarca del mismo establecerá la guía del método científico a través de sus Reglas del Método Sociológico. En este libro Durkheim sentará las bases desde las cuales partirán las ciencias sociales de episteme positivista durante todo el siglo XX. Tal es el efecto de este libro que al día de hoy aún hablamos de los hechos sociales como el objeto de estudio de la sociología.
Por medio de las Reglas del Método observamos parte de las premisas metodológicas que sostenía el positivismo, entre las cuales está como mayor en peso y resonancia la de tomar a los hechos sociales como cosas, como objetivaciones, esto también en la medida en que los hechos sociales eran ajenos a la voluntad del actor social[24]. El discurso y la práctica objetivista encuentran en Durkheim gran respaldo, no en vano Parsons y Merton en sus teorías de sistemas y estructuras de la acción social rescatan parte del discurso Durkheimniano[25]. Pero para Durkheim y la temprana sociología esta objetivación y este discurso, entorno a los hechos sociales, eran la única manera que la razón les brindaba para poder llegar al esclarecimiento de las anormalidades que acaecían a las sociedades modernas puesto que, como ser humanos, desprovistos de la razón científica, es muy fácil contaminar cualquier elucubración sociológica con nuestras prenociones.
Volvemos al concepto de la anomia para puntualizar la situación en la que se encontraba Francia. Para el momento de la irrupción de Durkheim es observable la inestabilidad del estado francés y de sus instituciones, dado el constante debate y desconfianza que se sentía entorno a los mismos. Debate observable en la Sorbona entre las nociones cientificistas y literarias[26], y desconfianza en la tercera república que aún no amalgamaba las voluntades de la sociedad francesa como un todo. De ahí viene la apuesta de Durkheim en tomar a la sociología como bandera en la lucha que significaba purificar y refundar las instituciones de aquel país.
Y solo mediante la objetivación se podría lograr dicha refundación de la Francia post-revolucionaria, entendiendo objetivación como lenguaje metodológico donde la razón podría expresar los males y las maneras bajo las cuales se podrían superar dichos males. No olvidemos que Durkheim, al igual que Marx, es optimista sobre las repercusiones modernas. La promesa de un futuro mejor, del progreso en sí, es una promesa que es posible y factible si, de nuevo, plagamos a las instituciones de los hombres de la nueva fe moderna: los hombres de ciencia. En este punto específico vemos una postura donde Durkheim ofrece una opinión que revela demasiado.
Dirá Durkheim que “el pensamiento científico no es más que una forma perfeccionada del pensamiento religioso”. Lo que esto expresa es la llegada definitiva del pensamiento científico y lo que para Nietzsche es la muerte de dios; se ha quitado del altar al pensamiento religioso y al pensamiento metafísico para vivir de la materialidad expresada en la ciencia y la racionalidad instrumental de la misma. Y es que para Durkheim la ciencia era un espacio, una herramienta donde el hombre podría aclarar y ver qué práctica ejercer.
Es decir, la ciencia permite en Durkheim la oportunidad de guiar la actividad humana, bajo el camino adecuado para la instauración de un orden colectivista donde la normalidad sea habitual en el desenvolvimiento del día a día de las sociedades[27]. Lo que en Marx se puede leer como el comunismo en Durkheim se puede leer a partir de su socialismo utópico con el colectivismo que tiene tanto ventajas como peligros dignos de la modernidad.
Hemos visto así en Marx al igual que en Durkheim optimismo en la ciencia. En el primero la ciencia guiará a un futuro más justo y más equitativo por medio del despertar que solo la razón y la verdadera conciencia puede brindar al proletariado para así dar fin a la historia como la hemos conocido, mientras que en el francés este optimismo está ligado al esclarecimiento que la ciencia puede brindar para las pautas que se deben seguir para llenar de moral la acción del individuo, acción que debe ir orientada siempre a enaltecer las instituciones sociales y preservar el orden. Purificar la conciencia colectiva[28].
Lecturas optimistas que no comparte para nada Max Weber, padre de la sociología comprensiva quien, lejos de reproducir el discurso positivista contenido en Durkheim y Marx, se ve plagado de nihilismo y de un aura desahuciada que es producto del mismo y abominable monstruo que generó el hombre: la razón instrumental, en fin, la modernidad. 



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Max Weber: científico depresivo, político visionario
            A nuestra manera de entender Max Weber se erige en la actualidad como el padre de la sociología. En parte por su aporte al método, a la teoría, a la política, al derecho y a la filosofía, pero también por la huella que dejó en el pensar de las ciencias sociales, las cuales al día de hoy aún se alimentan de las discusiones y polémicas que Weber puso en el tapete.
            Han pasado ya casi 100 años de su muerte y aún la teoría del estado entendido como el monopolio legítimo de la violencia es de uso corriente, al igual que sus nociones entorno al político y el científico y el uso de las ciencias. En el plano político avivar la discusión de la demagogia y del líder carismático es usual, más en las naciones latinoamericanas que, como vemos por los tiempos que corren, sufren una especie de epidemia de liderazgos basados en la retórica como vía para re-encantar al mundo.
            Pero usted se preguntara ¿Para qué re-encantar al mundo? En Weber encontramos el porqué de esta pregunta, que si vemos ha llenado parte de las discusiones sociológicas del último siglo[29]. Y es que para Weber parte fundamental de la herencia que nos dejó el proyecto moderno fue el desencantamiento del mundo; un desencantamiento que viene muy emparentado con el cuarto tipo de acción social[30] que él define: la acción social-racional a fines. Esto en la medida que la racionalidad  técnica (o instrumental) ha sido la gran hija de la modernidad y el proyecto ilustrado.
            Podemos ver la relación racionalidad técnica-modernidad, en el ensayo de La Ética Protestante y el Espíritu del Capitalismo, donde Weber relata el cómo por medio del ascetismo y el tema de la vocación, valores pilares del credo luterano, se fue gestando un espíritu de trabajo que permitió así el surgimiento del capitalismo.  Este surgimiento se ve a su vez amarrado a la experiencia que se veía desde las carreras que tomaban tanto católicos como protestantes, los primeros siempre inclinados a tomar la vía de las humanidades y los segundos unidos a las carreras técnicas que por medio de la vocación ascética de trabajar para dios[31] empezaban un proceso similar al que Marx describe como la acumulación originaria.
            Veía entonces Weber cómo un elemento de carácter religioso daba pie a la tecnificación de la vida profesional; y, como bien hemos podido observar en el curso de la historia, la tecnificación significa profesionalización y racionalización. Una racionalización que el autor ve con gran peligro, puesto que la misma ha significado el sacrificio que el hombre ha tenido que hacer para llegar al estadio moderno. Ha tenido que renunciar el hombre moderno a los dioses, a las religiones y a los ritos que lo unían de manera extra material con el mundo que habita[32].
Ahí se expresa el desencanto del mundo, en la creciente racionalización que ha quitado lo fantástico y maravilloso de nuestra tierra para así encontrar un único discurso, el de la ciencia, el de la razón “ilimitada”[33] que a su vez cercaba los parámetros de las creencias de los seres humanos. La razón que habíamos creado nos decía qué era cierto y qué era falso, y como hemos podido dilucidarlo anteriormente sabemos que el único discurso cierto, aceptable y comprobable, era aquel que era demostrable por medio de la episteme positivista. Es decir, el mundo racional nos ha arrojado a un mundo que solo es medible por lo comprobable por la ciencia[34].
            Si bien esa noción de que la ciencia era el nuevo discurso religioso en un principio parece no contener mayor peso, para Weber es todo lo contrario. Otra muestra de la catástrofe de habernos arrojado a la ciencia es notorio en lo que para Weber es la categoría de Burocracia, que no es más que el uso racionalizado que el hombre ha dado al Estado Moderno. Con la Burocracia el hombre intentó dar un uso eficaz e innovador a la figura del Estado Moderno, pero este mismo uso solo pudo encerrar el posible encanto post-revolucionario en la famosa Jaula de Hierro que Parsons tradujo de Weber[35].
Vemos entonces que Weber en sí es un autor sumamente pesimista al respecto de la modernidad, no tanto un anti-moderno pero si el primero del canon en ejercer una dura crítica ante el discurso que relataba solo los avances modernos. A su vez que fue crítico con la modernidad también fue crítico con el positivismo, no en vano es participe de la “vanguardia” anti-positivista. El por qué de Weber  y su anti positivismo radica en la gran influencia que tuvo sobre el Dilthey y el Methodenstreit[36] como polémica intelectual en Alemania. Rickert y Windelband, defensores de una noción no tan romántica, y Dilthey quien rescataba la división de las ciencias del espíritu de las ciencias naturales puestos que las primeras se fundamentaban en el Verstehen, la comprensión, y las segundas en el simple explicar. Decía Dilthey que explicar las cuestiones del ser era inútil y objetivante en exceso, postura que rescata Weber pero no del todo puesto que el mismo, por su cercanía a Rickert y Windelband, se encarga de imprimir el factor de la importancia del método en las ciencias humanas.
Podemos ver esto en su metodología y en los Tipos Ideales y los Juicios a Valor, donde se rescata parte de la realidad apercibida por el sujeto social[37] pero sin dejar de lado la sistematización y rigurosidad metodológica que Weber exigía al respecto. Desde el inicio de la teoría Weberiana se ven coqueteos con una noción anti positivista al enunciar que las ciencias humanas eran ciencias que se encargaban del comprender las realidades[38]. Y en este punto hacemos énfasis al interés de Weber por establecer una ciencia no determinista, no anclada a lo instrumental, sino una ciencia que pudiese rescatar parte de la pluralidad que la realidad de cada individuo pudiese arrojar.
            Vale mencionar que Weber es uno de los padres de la rama interaccionista en la sociología, rama de la cual han surgido distintas teorías avocadas al tema ético de elevar la voz de los discursos que el paradigma positivista pudo invisibilizar durante tanto tiempo. Un dato curioso es que la lectura de Weber se hace años después de su muerte, además del hecho de que su vida siempre estuvo marcada por una tragedia que no lo abandonó jamás. Tragedia que como bien hemos podido observar está plasmada en su obra. Un ejemplo que siempre ha llamado la atención del autor es la opinión que tenía Weber del tema de la Primera Guerra Mundial.
Para Max Weber la Primera Guerra Mundial, más allá de sus obvias y nefastas consecuencias se veía como algo promisorio para los jóvenes combatientes que iba a la misma. Puesto que la guerra daría sentido a la vida de los soldados, sentido que en el mundo moderno no les era dado. La muerte era la única salvación[39] y la única solución que la vida moderna podía entregar al hombre desencantado[40].
            Y aquí habríamos de hacer un ejercicio de hermenéutica para revelar parte de las posturas de Weber, el cual como ya hemos mencionado jamás fue abandonado por la tragedia[41]. La vida solo podría tener sentido si el político carismático llenaba de esperanza el futuro con su retórica, y esto se refleja en la clara relación que tuvo Weber con la política donde hasta fue candidato al senado. Esto va de la mano con la vocación, la Beruf[42] de la que tanto nos habla el autor en el ensayo de la Ética protestante. Solo la vocación podría hacer frente el inevitable desencanto del mundo, esto tanto en el trabajo científico como en el trabajo político. Si el científico decide dedicarse a la ciencia es por una cuestión de vocación y no por una búsqueda de respuestas a la vida. En sentido similar sucede con el político, que si bien puede re-encantar al mundo, también debe hacer una elección de su profesión por medio de la vocación, pues en el ejercicio de la político tampoco se puede llegar a las respuestas de la vida más allá que por medio de la retórica se pueda hacer creer que la solución a las diatribas diarias se encuentra anclado a la práctica política.
Y así fue Weber, un autor cuya respuesta final ante la ciencia y la razón se componía en el exponer que ni ciencia ni razón podrían decir nada al que-hacer del ser humano en su pasaje por la sociedad[43]. Y en la medida en que la razón instrumental fuese haciéndose más y más eficaz con mayor probabilidad se nos haría una certeza la imposibilidad de romper la terrible jaula de hierro moderna a menos que apareciese en medio de lo irremediable el tan esperado profeta/político que re-encantaría la vida[44].

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Bibliografía

1.      Larrique, Diego (comp). 6 Ensayo de Teoría Social. Ediciones FACES/UCV. Caracas. 2007.

2.      Larrique, Diego. ‘Utopía y Ciencia en los Clásicos de la Teoría Social’ en: Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales, Vol.12 Nº 3, Disponible en: http://www.scielo.org.ve/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1315-64112006000300004&lng=es&nrm=iso

3.      Lepenies, Wolf. Las Tres Culturas. Fondo de Cultura Económica. Ciudad de México. 1994.

4.      Márquez, Trino. Marx y las Clases Sociales. Editorial José Martí. Caracas. 1984.

5.      Pérez- Schael, María. Moral, Normal y Simbolización en la Sociología de Émile Durkheim. Ediciones FACES/UCV. Caracas. 2001.

6.      Seoane, Javier. ‘La Disputa del Canon Clásico en la Sociología’ en Espacio Abierto, Asociación Venezolana de Sociología, Vol. 15 Nº 4, en:http://oai.redalyc.uaemex.mx/redalyc/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=12215401&iCveNum=5429

7.      Weber, Max. Ensayos sobre Metodología Sociológica. Amorrortu/editores. Buenos Aires. 2006.

8.      Weber, Max. Economía y Sociedad. Fondo de Cultura Económica. Ciudad de México. 2012.



[1] Fábrica e industria. Para Michel Mujica son los sitios de conflicto de la época que han servido para que Marx, en su apuesta teórica, dilucidara relaciones de dominación y relaciones donde la lucha de clases de manifestaba (Mujica en Larrique, 2007: 19)
[2] Nos hablará Michel Mújica de una “gran reforma ideológica de masas que dio lugar a una gran revolución cultural anti feudal y anticatólica” (Mújica en Larrique, 2007: 47). Es decir, hablamos de una revolución genéricamente por las consecuencias de la misma Reforma Luterana.
[3] “La proposición diltheyana de la ciencias del espíritu concentró parte relevante de esa reacción contra el positivismo. Defendía esta proposición que las acciones y producciones humanas eran contentivas de sentido y que, por ende, no podían ser aprendidas por los métodos de las ciencias naturales, métodos diseñados para tratar con objetos de estudio, que lejos de operar con sentido, operaban con leyes regulares. Al contrario de estos objetos, las obras del espíritu no son regulares sino singulares, únicas e irrepetibles, por lo que ameritan un método propio basado en el Verstehen (compresión).” (Seoane en Larrique, 2007: 83)
[4] Mujica habla de 4 pilares bajo los cuales podemos iluminar el por qué de la revolución moderna: Colón, Maquiavelo, Lutero y Copérnico. El primero por el descubrimiento del nuevo mundo, que significaba en un inicio el fin de la creencia de un planeta plano y con bordes,  y en segundo ámbito el inicio del proceso colonialista en América. Maquiavelo por su reformulación pragmática que dio pistas del manejo despótico de la política. Lutero con la reforma que cambio la forma de entender el dominio religioso del mundo católico, es decir, es la primera grieta del conocido absolutismo. Y con Copérnico tenemos la llave fundamental de los tiempos modernos: la ciencia como reveladora de la verdad; ya la tierra no era el centro del Universo como el discurso cristiano lo decía, ahora formábamos parte de un mundo lleno de astros y planetas que para nuestro entender pre-moderno eran una gran incógnita. (Mujica en Larrique, 2007: 16)
[5] Podemos leer una crítica que el profesor Trino Márquez condensa de la siguiente manera: “(…) hace una severa crítica a J. C. Rousseau, a A. Smith y a D. Ricardo porque asumen como premisa en sus análisis teóricos a individuos por ‘naturaleza independientes’ y al individuo  como punto de partida de la historia, no como el resultado conformado y definido por ella.” (Márquez, 1984: 21)
[6] Hablamos aquí de su trascendental transformación al materialismo hegeliano y a sus ya conocidas Tesis sobre Feuerbach, donde sobresale la numero XI que reza: “Los filósofos se han encargado de interpretar el mundo, de lo que se trata es de transformarlo”, gran herencia para la teoría crítica, la escuela de Frankfurt y la sociología del conflicto.
[7] Pasa a ser anecdótico el incidente de la conformación del canon clásico de Parsons, donde toma en cuenta a Weber, Durkheim, Marshall, Pareto y deja de lado a Karl Marx. En palabras de Javier Seoane: “La exclusión de Marx, deliberada o no, de las propuestas sociológicas parsonsnianas condenaban a esta obra a una miopía de los procesos dinámicos de las sociedades. Los sociólogos, del conflicto pugnaron por incluir dentro del canon disciplinario la obra de Marx, y por orientar las prácticas teóricas y de investigación hacia los procesos de conflicto y cambio. Nociones como las de intereses y poder serían entonces puestas sobre-relieve, el campo se redefiniría en función de ellas” (Seoane, 2006: 721)
[8] Se puede hacer una lectura Weberiana al respecto del como el proceso bajo el cual se produce la mercancía es en sí un proceso en el que la Razón Instrumental despoja al hombre de sentido y lo arroja en la jaula de hierro
[9] Al respecto dirá Trino Márquez que “(…)el sistema donde domina el trabajo asalariado, el trabajador se relaciona con las condiciones objetivas de su existencia como con algo ajeno, que no le pertenece y que aparece enfrentado a él” (Márquez, 2006: 41)
[10] Aquí una noción de la economía clásica, la cuál era notoriamente usada por Adam Smith y que a su vez representa parte del discurso epocal tanto en la noción técnica que desborda al hombre y mujer en sus condiciones de seres existenciales como en la noción del hombre y mujer como centro del universo por medio del dominio de la naturaleza.
[11] Se caracteriza en el libro de los 6 Ensayos de Teoría Social del profesor Diego Larrique a la ideología como el “velo que oculta y deforma la realidad” (Larrique en Larrique 2007: 161). Vale la pena mencionar que siempre, desde su inicio, la teoría marxista hace distinción plena entre realidad y pensamiento; la ideología en este caso particular viene a ser la percepción que se tiene de dicha realidad. Dirá Marx al respecto: “Lo concreto es concreto porque la es la síntesis de múltiples determinaciones, por lo tanto, unidad de lo diverso. Aparece en el pensamiento como proceso de síntesis, como resultado, como punto de partida, aunque sea el verdadero punto de partida, y, en consecuencia, el punto de partida también de la intuición de la representación”. (Marx, Vol. I, 1857-1858: 21)
[12] Enfoque que en sí mismo es el epitome de la modernidad. Observable en el avance de la industria, el avance en los modos de producción, en las intenciones de la ciencia, etc.
[13] En clase el profesor Javier Seoane nos hablará al respecto de Hegel como defensor de la noción del “espíritu absoluto”.
[14] En Marx la totalidad es necesaria; totalidad para comprender las determinaciones históricas. (Larrique en Larrique, 2007: 184)
[15] Esta postura se puede observar en la polémica que sostiene con Malthus, padre de la demografía.
[16] Noción positivista pura. De hecho, es un lugar común para el marxismo más ramplón hablar de la ciencia marxista como ciencia exacta.
[17] El profesor Diego Larrique habla en su artículo “La Utopía en los clásicos de la teoría social”  del fin de la historia y de su linealidad con el fin de lo que conocemos como propiedad privada. Es a su vez el comunismo una suerte de propuesta para la superación de la relaciones de dominio que existen entre la naturaleza y el individuo, sobretodo del individuo dueño de los medios de producción (2006: 74). Volver a la diatriba entre Marx y Malthus es necesario en este punto en particular. 
[18] Podremos ver esto en el artículo del profesor Diego Larrique “Utopía en los clásicos de la teoría social” del año 2005, donde se evidencia las tres posturas de los autores canónicos con respecto al futuro y las utopías modernas en cada uno de ellos.
[19] “(…) toda forma de producción engendra sus propias instituciones jurídicas, sus propias formas de gobierno, etc.” (Marx,1857-1858: 8)
[20] El tema de la religión en el canon clásico es primordial. En Marx lo observamos en Sobre la cuestión judía, en Durkheim en Las Formas Elementales de la Vida Religiosa y en Weber en sus trabajos sobre la religión en distintas partes del mundo y su reconocido ensayo La Ética Protestante y el Espíritu del Capitalismo. La religión, como podemos observar, es preocupación central y relevante para la sociología modera.
[21] Son notorias en algunas de las tesis de la sociología estructuralista de Francia tendencias plagadas de prejuicios, de los cuales no era libre el canon clásico. Para Connell el canon clásico preserva prejuicios y la sustentación del status quo; hablará el mismo autor del cómo la modernidad europea es una tensión entre el liberalismo y el colonialismo, tendencia esta última que como bien sabemos representaba la mirada del conquistador europeo que veía al nuevo mundo como uno lleno de salvajes. Discurso que en la modernidad pasará a ser el de un mundo atrasado, subdesarrollado.
[22] Durkheim tiene una relación muy cercana con Saint Simon, Comte y Spencer. De ellos y su tradición sale la noción del científico social como uno que se encarga de curar los males de la sociedad. Males atados a la tradición naturalista y positivista de observar a las sociedades como al cuerpo humano, tan capaz de enfermarse por medio del a anomia y tan capaz de recuperarse por medio del uso técnico brindado por la medicina. Caso específico en el cual el uso técnico es el uso de la razón.
[23] María Sol Pérez-Schael dirá que la cura de la anomia es el preciso retorno a la normalidad.
[24] Quizá el hecho como ocurrencia física, pero como hemos podido observar en la tradición hermenéutica esta resistencia no es tal en tanto se manipula al objeto por medio de la retórica. Nada es ajeno a la voluntad en tanto exista el lenguaje; ahora bien, las diferencias se sostienen en cómo se manifiesta dicha voluntad. Si en voluntad de vocación científica o en voluntad de poder dependerá del factor ético de cada intérprete de lo social.
[25] Bien en sabida que dicha objetivación rescatada por Parsons posteriormente es radicalmente criticada y combatida por la sociología del conflicto de Wallerstein y Connell.
[26] Ver en Las Tres Culturas de Wolf Lepenis, obra que dilucida la polémica sostenida entre ciencia y literatura, entre método y escritura en los países del canon clásico: Inglaterra, Francia y Alemania.
[27] La profesora María Sol Pérez-Schael, en un pensamiento que sigue esta tesis dirá que: “La sociología no tiene los poderes de la ética o la política, pues estando, como está, tan distante de la acción (no es una ciencia aplicada), a lo sumo puede hacer más consciente a la vida colectiva y, quizás, colocar al individuo en una posición más ventajosa frente a los problemas prácticos” (Pérez Schael, 2001: 161-162)
[28] Para Hugo Pérez la conciencia colectiva es el “(…) conjunto de creencias y sentimientos comunes al término medio de los miembros de una misma sociedad, forma un sistema determinado que tiene vida propia”. (Pérez en Larrique, 2007: 133)
[29] Maffesoli y Wallerstein se han ocupado de hablar del reencantamiento del mundo. El primero por medio del rescate de la tribu y algunas discusiones de lo estético y el segundo en tanto el impensar y replantearse el mundo moderno.
[30] Weber habla en su magnánima obra Economía y Sociedad de 4 tipos de acción social: 1. Acción racional con arreglo a fines; 2. Acción social con arreglo a valores; 3. Acción social afectiva y 4. Acción social tradicional. (Weber, 2012: 20)
[31] “Lo que aquella época de viva religiosidad del siglo XVII legó a su heredera utilitarista fue precisamente, y sobre todo, una enorme conciencia en el enriquecimiento (…) Había surgido una ética profesional específicamente burguesa .Con la conciencia de estar en plena gracia de dios y de estar visiblemente bendecido por él, el empresario burgués puede perseguir sus intereses de lucro, y debe hacerlo, si se mantiene dentro de los límites de la corrección formal, si su conducta moral es intachable y si el uso que hace de su riqueza no es escandaloso. ” (Weber, 2001: 229)
[32] El profesor Hugo Pérez dirá que en la obra Weberiana podemos leer una premisa fundamental: todo proceso de racionalización lleva a una inevitable pérdida de sentido (Pérez en Larrique, 2007: 142)
[33] Pretensión de la temprana Ilustración y posterior Modernidad. La razón ilimitada que podría responder a todas las interrogantes del ser social en su pasaje por la vida. Veremos en la posteridad las críticas que los posmodernos harán al respecto, donde la razón, la ética y la moral, valores modernos entre otros, han sido fundamentados en credos irracionales.
[34] Max Weber dirá al respecto: “(…) todas las cosas pueden ser dominadas por el cálculo”.
[35] En el alemán se puede leer como Férrea Envoltura. La historia junto con Parsons y su famosa traducción se encargarán de hablar de la Jaula de Hierro, cenit de la modernidad.
[36] La Methodenstreit fue la disputa epistemológica que surgió en Alemania entre la escuela Historicista y Wilhelm Dilthey. La primera defensora metodología historicista y el segundo defensor de las ciencias del espíritu y el ya sabido Verstehen.
[37] Weber dirá que la sociología debía ser una ciencia avocada al estudio, no solo de las clases sociales, sino también de las cosmovisiones.
[38] “(…) el conocimiento histórico, por lo tanto, es siempre una ciencia de la realidad” (Subrayado nuestro. Rossi en Weber, 2006: 22)
[39] En el Político y el Científico Weber dirá: “A muchos la muerte les da la perfección que la vida les había negado”. La vida niega pues es racionalizadora. Es técnica.
[40] El hombre desencantado es un hombre sin sentido. Dirá Hugo Pérez que la pérdida del sentido se hace notoria en el hombre, que se vuelve desencantado, racionalizado, socializado, intelectualizado, en fin, moderno. (Pérez en Larrique, 2006: 146)
[41] En 1897 le aqueja una crisis depresiva la cual lo aleja del terreno académico por largo tiempo.
[42] Hay que volver al ensayo del profesor Hugo Pérez, en el cuál se es caracterizada a la Beruf a partir de dos estadios: donde se le considera como lo que fue y como lo que ocasionó. Fue la vocación ascética del luteranismo, vocación que significaba entrega al sentido que era entrega a dios. Ocasionó el racionalismo burocrático, ocasionó el anclaje en la jaula de hierro.
[43] Podemos rescatar una idea del profesor Diego Larrique. Dice él que la ciencia solo ha tenido sentido para resolver problemas técnicos; pero ahí donde el hombre se enfrenta al que-hacer espiritual, la ciencia queda muda y sin respuesta. Es decir, la ciencia desencanta al mundo de su pretensión de abarcar todo lo posible. (Larrique en Larrique 2007: 190)
[44] “Nadie sabe todavía quién vivirá en el futuro en ese caparazón y si, al final de esta terrible evolución, habrá nuevos profetas o un potente renacer de viejas ideas y viejos ideales (…)” (Weber, 2001. 243) Podemos hacer distintas lecturas al respecto: 1, Es el principio de la discusión de la incertidumbre tan comentada en nuestros días por la posmodernidad teorizada. 2, al hablar de nuevos profetas es obvio que hace alusión a nuevos políticos avocados a la vocación política y con gran componente carismático; dicho eso ahora si observamos “el potente renacer de viejas ideas y viejos ideales” pueden plantearse o el renacer de alguna fe religiosa o el renacer de algún ideal político. La cita en si sirve casi de frase premonitoria de lo que sucedería en la Alemania del Tercer Reich. Fue en aquel entonces el renacer de los ideales políticos imperiales, aunado al viejo odio que fue germinando tras la humillante derrota de la Primera Guerra Mundial. Todo esto por supuesto con el nuevo tipo de profeta, Adolf Hitler, que hablaría del nuevo reinado alemán y de la promesa del surgir de la raza aria; el Führer que hablaría, carismáticamente, de la promesa que sería posible gracias la razón ilustrada: gracias a la modernidad.