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domingo, 20 de julio de 2014

Demencia Incurable: un ejemplo cinematográfico y un caso político

            -Venezuela y su dificultad comprensiva
El caso venezolano es uno que llena de interrogantes, en tanto que la facilidad de dar un diagnostico preciso sobre lo que sucede en nuestra nación requiere nuevas formas de pensar y analizar. No es una dictadura pero si es una dictadura. Hay libertades pero no hay libertades. Hay un gobierno militar y no hay un gobierno militar. Entonces, si a esta diatriba nos vamos entonces ¿en donde carajo nos encontramos?
            A mi manera de verlo nos vemos en algo así como una hallaca[1], en algo lleno de particularidades, lleno de singularidades las cuales, aún conformando a un todo, cuesta trabajo definirlo partiendo desde las reglas básicas de la cocina. Hay un poco de esto y un poco de aquello. No ver esta variedad que se nos presenta en el panorama actual en nuestro país es optar por tomar un camino ciego y anclado a las viejas formulas del pasado.


-El paciente y el diagnostico
           Me encargaré de hablar del gobierno, que en el actual instante se encuentra en una grave crisis[2] . Y es que por primera vez en la historia de nuestro país hemos podido observar una manifestación del estilo psiquiátrica, en su plenitud, en lo que para términos clásicos es el Estado Moderno: hablamos de la esquizofrenia. La esquizofrenia según el Diccionario de la Real Academia Española es un “Grupo de enfermedades mentales correspondientes a la antigua demencia precoz, que se declaran hacia la pubertad y se caracterizan por una disociación específica de las funciones psíquicas, que conduce, en los casos graves, a una demencia incurable”[3].
            Más allá de lo que usted pueda creer le comentaré que desconozco en su totalidad cualquier alusión teórica, que haya arrojado la psicología o la psiquiatría, de lo que clínicamente es la esquizofrenia; lo que sí puedo asegurar con total certeza es que si a ver nos vamos el concepto aquí comentado se adhiere a lo que se ha manifestado por medio de los voceros del Estado. Esto en tanto que se cumplen las siguientes características:
1.      Grupos de enfermedades mentales: se evidencia en las causas que ha manifestado el paciencia en tanto su lenguaje y su comportamiento. No hay una sola enfermedad sino diversas, no hay un solo culpable sino varios. No es solo la Guerra Económica sino también el proceso colonial de hace más de 400 años. No es solo la empresa privada sino también el conocido nuevo mal del cadivismo, del cual, casualmente aún no hemos oído aprehensiones o encarcelamientos.
2.      Antigua demencia precoz que se declara hacia la pubertad: No hay que olvidar que ya nuestro régimen político tiene 15 años. No es azaroso esto, diversas veces en el pasado en el discurso del propio Hugo Chávez se manifestaba la enfermedad que acaece a sus sucesores. Observar sobre todo en las alocuciones donde se hacía referencia a la amenaza yanqui mientras el ministro de Finanzas tranzaba negocios con Chevron, entre otros.
3.      Demencia incurable: Y en este punto nos extenderemos, puesto que como se ha observado en el último mes, pareciera que el paciente da signos de haber tomado el camino sin retorno. El de la demencia incurable, nada fácil de ser tratada en tanto que la misma se manifieste por medio de tres vocerías. Así es, tres vocerías y tres maneras de comprender al PSUV y al Gobierno: La del poder económico, la del sector civil y la del brazo militar. Apostamos por creer que este sea un síntoma de la condición esquizoide de nuestro gobierno. Por ejemplo, cada cabecilla de cada fracción importante – Rafael Ramírez, Nicolás Maduro y Diosdado Cabello- se mantiene en palabras claves que aglutinan a la mayoría del credo chavista: el socialismo, la necesidad del cambiar el sistema capitalista, la amenaza imperial, gobierno popular y participativo, la canalla neoliberal, los medios de comunicación privados y sus mentiras, entre otros. Eso mientras estos títulos entrelazan parte de la lógica boliburguesa[4], ahora bien, ¿qué pasa cuando todos estos conceptos son desarrollados por las vocerías de cada fracción importante? Ahí la cuestión se pone sumamente difícil, digo, para aquellos que intentamos hacer análisis y ejercicio de comprensión con respecto a lo que sucede en materia económica y política en Venezuela.


-Entre la ficción y la realidad: un caso cinematográfico:
Como en Irene, Yo y Mi Otro Yo, película de humor negro de los Hermanos Farrelly[5], la sociedad venezolana se encuentra en una especie de tragicomedia. Somos nosotros, el pueblo, una suerte de Irene, que ha caído absorbidos por el encanto de nuestro extraño amor: un policía que toda su vida estuvo sometido y que, al sufrir una de sus tantas humillaciones, sucumbe ante una esquizofrenia que divide su mente en dos. Por una parte está Charlie, el mismo policía de siempre que ha sido objeto de burlas en su pueblo, y está Hank, el lado violento, el lado del sujeto que no creen en ningún compromiso social, ni en ninguna institución.
El PSUV es la encarnación de este policía que cumple 4 facetas: a) la del pobre e “inocente” funcionario policial que es objeto de todas las burlas del pueblo, pero que aún así es el ejemplo a seguir, una especie de Working Class-Hero; b) la del uniformado déspota, capaz de ahogar a una niña a razón de vengar las previas humillaciones vividas[6]; c) la del civil incapaz, que no está en condiciones para asumir la vida cotidiana pero aún así hace caso omiso y, “accidentalmente”, olvida sus pastillas; y d) el civil, que como respuesta al olvido de las pastillas, es una personalidad dominada por la cobardía y la conflictividad, producto de la misma esquizofrenia.
Estas cuatro facetas las observamos en quienes han sido las figuras de peso en el gobierno nacional desde el 2012 hasta nuestros días. Importante resaltar la preponderancia que damos al símbolo del uniforme, sin el cual resulta complicado en los días de hoy distinguir a un militar de un potencial delincuente[7].

a)      Hugo Rafael Chávez Frías es el funcionario que fue objeto de burlas, el ejemplo a seguir, el militar que mantenía la cordura pero que a su desaparición física da paso a la emergencia de las personalidades, producto de la demencia incurable que es la esquizofrenia. Que, según el discurso popularmente constituido, no era culpable de nuestros males ni estaba al tanto de los mismos. Una especie de ser inocente que como bien sabemos, tanto en la película como en la historia, es el gran responsable de la crisis posterior.
b)      Diosdado Cabello es el déspota, el que es capaz de vengar sin escrúpulo alguno las injusticias del pasado. Es la primera versión de Hank, esa representación del militar  hago-lo-que-me-da-la-gana venezolano, que a razón de hacerse respetar puede humillar a una mujer frente a sus hijos en la cola de un supermercado[8].
c)      Rafael Ramírez es el civil con la incapacidad de asumir el reto de vivir la vida cotidiana, o como lo llamase Alfred Schütz (Blank en Larrique, 2007: 200), esa tensión necesaria para distinguir el mundo de lo real con el mundo de los sueños[9]. En el caso particular de Ramírez es la incapacidad de lidiar con la presión de los sectores económicos y el idealismo del socialismo del siglo XXI. Esta tensión que es propia de la realidad social es insoportable para el personaje, que siempre para enfrentar una diatriba o una situación producto de la tensión de la que habla Schütz recurre al déspota[10].
d)     Nicolás Maduro, que es el civil cobarde y conflictivo, que ayuda al civil incapaz por medio de la retórica dirigida a amedrentar e intimidar. Para aquellos que han visto la película vale la pena recordar que al final, luego de que el Hank civil hiciera ejercicio de violencia por medio del lenguaje sucedían dos cosas: o la gente ignoraba o cuando alguien lo enfrentaba el decidía escurrirse en la mente para dar paso al Charlie incapaz de sobrellevar la vida real. Algo así como cuando nuestro Presidente anunció en enero que el dólar se mantendría en 6,30 para luego, en menos de dos meses devaluar la moneda a un increíble 11,30.


-Demencia incurable, reencanto imposible.
De lo que hemos podido ilustrar por medio de este ejemplo vale destacar que creemos que el caso del PSUV es uno digno de una tragedia y no de un drama, puesto que el último tiende siempre a resolverse mientras que el primero no es más que una historia sin solución posible. La solución en la película aquí comentada gira en torno a la cura del personaje central, la vuelta del personaje y modelo a seguir, y el reencantamiento que esto otorga a la relación entre Irene y Charle. 
Lo contrario a lo de aquella historia es lo que sucede en nuestro país: quien que era capaz de reencantar por medio del discurso falleció oficialmente el 5 de marzo del 2013. De ahí en adelante el chavismo se ha encontrando en esta complejidad que supone el buscar un nuevo discurso hegemónico; tarea álgida pues no hay uno solo sino que hay tres, el del déspota, el del incapaz y el del cobarde. De que exista una posibilidad de conseguir un nuevo discurso oficial no es mentira, entre las pugnas a lo interno del PSUV podemos agregar el cómo el gendarme militar ha ido tomando espacios propios de lo civil[11]. Pero lo que sí vemos con inminencia es lo incurable de esta forma de gobierno que luego de 15 años da signos de una demencia que es incapaz de dar sentido al mundo de vida político. Se encuentra pues, nuestro paciente, dando pasos hacia un camino sin retorno.


[1] Vale rememorar el por qué de esta metáfora: la historia que popularmente se ha construido de la hallaca. Se ha dicho que su origen viene desde la época de la colonia, donde los españoles al termino de sus comidas arrojaban los sobrados a los esclavos, quienes conformados por indios y negros unían todo aquello en un solo plato, envuelto en masa y la clásica hoja de plátano. Es decir, damos luz con este ejemplo a lo que es una mezcolanza, algo muy común en las tierras sureñas.
[2] Una crisis que no solo permea al PSUV: la MUD y demás fuerzas opositoras se encuentran en igual medida en crisis. ¿Son estas crisis reflejos de las partes que conforma la decadencia nacional?
[4] Lógica dominante que se extiende en todas las formas de práctica política en el estado. Todo el entramado discursivo-retórico que hace razonable a la corrupción y a los enchufados. Ver casos como los de Antonini Wilson, Aponte Aponte y el de Derwick Associates.
[5] http://es.wikipedia.org/wiki/Me,_Myself_%26_Irene
[6] http://www.youtube.com/watch?v=y27IHhe6hZY                    
[7] El tema de lo civil y lo militar fue desde el Siglo XX hasta el sol de nuestros días gran preocupación dentro de la intelectualidad venezolana. ¿Cómo superar el tema del gendarme como rector de la vida política y civil? Esta incongruencia de nuestra democracia puede ser aclarada con el ejemplo expuesto en la nota final de este ensayo. La dicotomía entre lo civil y lo militar la podemos leer en El Incesto Republicano: Relaciones civiles y militares en Venezuela 1812-2012  de Alejandro Cardozo Uzcátegui y Luis Alberto Buttó.
[8] http://www.youtube.com/watch?v=q8-1vRIXn38
[9] Larrique, Diego (compilador). 6 Ensayos de Teoría Social. Caracas. 2007. Ediciones/FACESUCV.
[10] Quizá no muy claro en el caso venezolano, pero observemos que no ha sido de gratis la salida de los cuarteles por parte de cantidades importantes de militares. Se evidencia esto sobre todo para los meses de abril, mayo y junio, donde la cantidad de militares era proporcional al aumento de precio que se evidenció en los víveres y recursos de primera necesidad. Es decir, para cualquier política económica es necesario el brazo militar… eso en tanto se evite la manifestación del descontento popular.
[11] Observable en la cantidad de gobernadores, parlamentarios y ministros con pasado en el estamento militar. El mayor ejemplo lo encontramos en nuestra Asamblea Nacional, donde el presidente de la misma no es nada más y nada menos que Diosdado Cabello, líder militar del régimen boliburgues. Parte de esta situación creemos que se debe en gran parte al histórico dominio de los militares sobre la política venezolana (quizá minimizado durante el puntofijismo), pero a su vez a la falta de interés y capacidad por parte de los civiles a la hora de asumir las riendas del aparato político y estatal.

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