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domingo, 3 de julio de 2016

Lepenies, Wolf. (1994). Las Tres Culturas: La sociología entre la literatura y la ciencia, página 358 Fondo de Cultura Económica, México.

“Si bien en los años veinte hubo cierto progreso, desde una hostil competencia de sociólogos aislados unos contra otros hacia la concentración, impulsora del entendimiento, de grupos teóricos rivalizantes, predominaba una sensación de disipación de energías. Era difícil descubrir algo así como una solidaridad disciplinaria entre sociólogos. Algunos de ellos generaron lenguajes privados que ningún otro entendía; por lo demás los monólogos eran contestados con monólogos. Alemania era un país que no tenía sociología, sino sólo sociólogos, según lamentaba uno de ellos. Como cada uno quería ser un original, todos ellos se convirtieron en extraños, un verdadero salon des refusés, como dijo alguna vez Max Weber en son de burla al describir su propio círculo.

(…)

Sin embargo, los sociólogos alemanes se estuvieron enfrascando una y otra vez, hasta su último encuentro en 1934, en el problema de averiguar qué especialidad practicaban en realidad. Enredados en dolorosa arrogancia, hablaban más de sí mismos que de la sociedad alemana de su tiempo y de las transformaciones verdaderamente dramáticas que ésta experimentaba.”

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