"En París estaba también
desterrado Rómulo Gallegos; pertenecía al núcleo de los venezolanos que
estudiábamos. Nos reuníamos y nos preguntábamos: «¿Qué debemos hacer nosotros por el porvenir de
Venezuela?» Discutíamos el asunto, lo conversábamos. Después Gallegos se
fue para Madrid, donde le ofrecieron un empleo de vendedor de máquinas
registradoras National. Cuando yo fui
a Madrid a hacer el doctorado, me reuní con los estudiantes venezolanos que
estaban allá y seguíamos con las reuniones. Gallegos era nuestro orientador.
Nos tocó vivir la República, lo cual nos entusiasmó muchísimo. Yo llegué con
Alfonso XIII y salí de España bien entrada la Guerra Civil.
Una
de las conclusiones a las que llegamos en ese grupo de Gallegos era olvidarnos
de los alzamientos, olvidarnos de las armas. No era por las armas que había que
modificar a Venezuela. El problema de Venezuela iba más allá del derrocamiento
de Juan Vicente Gómez. El problema era adquirir la máxima capacitación para
servir a Venezuela. Lo que podía unificar a Venezuela era la capacitación.
Decidimos dar entonces todo lo que estuviera a nuestro alcance dentro de nuestra
capacidad. Ésa era la doctrina central del grupo y eso fue lo que me hizo
cambiar de rumbo. Por eso sacrifiqué mi tendencia a la cirugía para dedicarme a
la tuberculosis. Hice todo lo posible por hacerme una formación sólida."
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