A todos esos estudiosos de la sociedad que han dedicado sus esfuerzos en visibilizar una de las mayores tragedias de nuestra historia nacional. A ellos, todo mi reconomiento y admiración.
*
Se
ha dicho mil veces y mil veces más hará falta repetirlo: la situación
venezolana de los últimos años ha sido un drama que raya en el absurdo, la
tragedia y la comedia. Políticos que fungen de narcotraficantes y lideres
espirituales, militares que viven la vida cual reality-show; las penurias de una población indefensa ante las arrolladoras
fuerzas del desanimo post-rentista, y, ¿cómo podía faltar?, la esquizofrenia de
una clase dirigente que, sin brújula efectiva que guie el camino, se dice y
desdice más de lo que los desesperados analfabetas políticos desearíamos.
Sí,
ha sido la debacle general. Nos ha tocado ver la apoteosis del energúmeno de
izquierda en gran soviet caribeño. Ver cómo se desvanece el relato de la nación
del consumo desenfrenado en la realidad de un Estado Fallido, que obliga a
su juventud a subsistir famélicamente de la basura y la violencia, todos con la
esperanza de que la suerte de resistir no se convierta en un presagio más de
muerte.
**
Particularmente
llama la atención el tema migratorio: pasamos de ser un país receptor de
talentosos y desplazados de todas partes del mundo[1],
a ser un país cuya emigración se caracteriza, entre otras cosas, por su
relativo nivel profesional. Y cada día que pasa el tema se vuelve más palpable
para nuestros vecinos, más engorroso, más incómodo[2].
Tan solo en la semana anterior a la elección de la fraudulenta Asamblea Nacional
Constituyente de la dictadura proto-chavista, se dice que cruzaron la frontera
unos 33.000 venezolanos[3].
Suena fácil, pero el ejercicio de imaginar a todas esas personas dejando sus
vidas, sus amigos, sus calles, sus casas, sus recuerdos, su suelo patrio, todo por
el rumor incierto de un futuro mejor, hace palidecer el alma. No es sólo cruzar
de un país al otro, es huir de un sistema caníbal que, como ya hemos mencionado
anteriormente, obliga a vivir miserablemente o morir en el intento.
Las
cifras que se estiman de los últimos años dejan el mismo sabor de boca: casi 2.000.000
de venezolanos se han ido[4].
A esa emigración habría que añadir algunos datos más: con anterioridad se ha
visto que los movimientos migratorios se conforman de las capas sociales, no
más pobres, pero sí menos pudientes y menos formadas[5].
Es decir, individuos-masa no profesionalizados, distintos a los que conforman
la diáspora venezolana, categorizada en su mayoría por jóvenes con cierta
formación académica (bien sea técnica o universitaria)[6].
Y
eso demarca otra característica: la migración está llena de jóvenes[7].
No hace falta ir demasiado lejos de Venezuela para poder constatar esto: en la
frontera colombo-venezolana, en las plazas de Cúcuta y en los departamentos del
Norte de Santander y Santander[8],
ya hay campamentos, pequeñas comunidades de venezolanos que no denotan otra
cosa que juventud y desesperación. Colombia completa ha sido uno de los
principales puntos de llegada de esos venezolanos que huyen despavoridos de la
situación actual[9].
Y, no siendo único el caso colombiano, uno podría asombrarse ante la cantidad
de venezolanos que han ido llegando a todos los países de la región.
Argentina, Estados
Unidos, Chile, Costa Rica, Ecuador, México, Panamá, Perú, e incluso Trinidad y
Tobago[10].
Es una situación que se va replicando de país en país: el choque entre las
culturas de cada nación y los inmigrantes venezolanos, que tan acostumbrados a convivir
con la otredad apenas ahora van llegando a comprenderla en un sentido más
amplio[11].
***
La gran
diferencia de estos países con la nación colombiana se sostiene en diversos
aspectos: cercanía geográfica, historia compartida y flujos migratorios. Estos
últimos parecieron haber estado marcados, desde la mitad del siglo XX hasta su
cierre, por una suerte de relación unidireccional. Venezuela recibía y recibía
olas migratorias colombianas y la vida seguía como si nada. Era normal ver
colombianos desde el occidente hasta el oriente, desde la región costa-montaña
hasta el sur del mapa, desde ciudades dormitorios hasta las metrópolis.
Lo extraño era
conocer u oír historias de venezolanos que cruzasen la frontera. Se pensaba que
sólo un demente podría querer ir a un país de guerrilleros, narcotraficantes
y paramilitares; un país en guerra y con
una fuerte división social. Hoy esa caracterización se ha invertido, ya no
sabemos cuál es el país que está en guerra, no sabemos en cuál país hay mayor
influencia paramilitar o guerrillera[12].
Las historias se intercambiaron, ahora la experiencia colombiana y su
recuperación (más allá de sus actuales problemas, los cuales no son menores)
son el espejo al cual una cierta parte la dirigencia venezolana parece mirar,
sobretodo en aras de superar el fantasma de la violencia[13].
Y si a nuestra
élite interesa la reciente historia colombiana, a otro importante sector de la
clase media venezolana (que creció y se desinfló gracias a las maravillas de la
renta petrolera) han interesado las condiciones de vida del vecino país. Sea para
echar raíces, para trabajar, para hacer puente con otros países o, simplemente,
para buscar un destino un tanto mejor. Cientos de venezolanos han ido a parar a
Colombia: desde Cúcuta, pasando a Bucaramanga, yendo a Cartagena, bajando a
Bogotá, más al sur en Cali y luego, cerca del Ecuador, situados en Nariño en su
incesante marcha hacia el sur.
Venezolanos
venidos a menos, hijos de la inmigración colombiana, profesionales de todas las
clases, personas en tránsito, todos ubicados entre la gran variedad de razones
que explican el que muchos se encuentren
ahora en el país vecino. No es azaroso, entonces, encontrar una diversidad
inigualable entre los venezolanos que hacen vida en las ciudades colombianas. Diversidad
que, no entendida como diferencia irreconciliable, se hace esencial en la
búsqueda y el reencuentro de nuestra nacionalidad…
****
Gente
estudiada que ahora trabaja en lo que sea, como sea. Jóvenes acostumbrados a la
riqueza no trabajada, amoldados a la susurrante decadencia del petróleo y sus
corruptelas. Familias separadas, amistades que buscan reencontrarse como si
nada hubiese pasado, amores que mueren y languidecen a la distancia. Es el
testimonio de esos silentes ciudadanos del mundo que van acomodándose a nuevas
realidades[14],
siempre melancólicos de lo que alguna vez fueron, de lo que se les dijo que
pudieron haber llegado a ser.
No
están solos en el mundo, con ellos van e irán miles y miles. La marcha
continuará mientras la dictadura siga[15],
mientras el dinero mal habido siga su flujo revolucionario, mientras el mundo
siga menospreciando nuestra alarmante crisis humanitaria[16].
Sucede y
sucederá entonces que poco a poco los venezolanos irán encontrándose, todo esto
a la par de la difícil decisión de abandonarse a sí mismos en otros países.
Pequeña paradoja que se entiende en la medida en que las diásporas van a ir
prefigurando un nuevo tipo de venezolanidad, que no es otra que la de la
familiaridad, aquella que hemos ido olvidando a causa de la estampida. Quien
escribe esto lo ha percibido: en el andar de la migración iremos encontrando
las razones del desastre, las herramientas para superarlo y comprenderlo, sí,
pero también vamos a ir encontrándonos a nosotros mismos en el vital ejercicio
de la memoria.
¿Por qué hemos
huido? ¿Siempre estuvimos marcados por la violencia? ¿Siempre ha sido el
venezolano una maldición para su país? ¿O acaso fuimos (y somos) algo más? ¿Seremos capaces de recordar
ese algo más? Asumo que sí, en algún
punto, en alguna velada de terror cuando los secuaces del desastre nos hagan
temblar por los seres queridos que aún siguen en Venezuela, en alguna fría noche
donde recordemos que la calidez venía no sólo de nuestro envidiable medio
ambiente, sino también de las personas que nos rodeaban… En ese momento el
instante humano superará el discurso del terror, las sonrisas a distancias se
unirán y la fraternidad con nuestros hermanos nos hará revivir del desdén de la
soledad.
Queda un largo
camino, árido, lleno de dificultades, pero sólo recordando ecuánimemente
podremos sobrellevar la tragedia. Y la marcha seguirá… a no ser que suceda algo más.
[1]
“Tirar de la ironía es una de las pocas cosas
que les queda hoy a los venezolanos. Decir que los inmigrantes ahora emigran es
paradójico ya que este país fue receptor neto de personas con otras
nacionalidades durante más de 50 años y, si nos ponemos exquisitos con los
datos, se podría incluir todo el siglo XX, al contabilizar los saldos
migratorios anuales entre 1900 y 1935, los cuales eran ínfimos pero positivos.”:
http://elestimulo.com/blog/venezuela-un-pais-de-inmigrantes-que-ahora-emigran/
““El censo de 1960 revelaba que 15% de la población
estaba formada por inmigrantes que provenían, fundamentalmente, de países
europeos. Ese porcentaje aumenta en la década de los años 70 y 80, gracias al
aporte de la inmigración procedente de países latinoamericanos”, se lee en la
introducción al estudio. “Venezuela era un paraíso
democrático para quienes huían de las bandas armadas colombianas y
peruanas, de la inestabilidad política y económica de Ecuador y de los países
centroamericanos y caribeños, y de las dictaduras de todo el Cono Sur”, asegura
el texto. A ello se sumaban los tradicionales inmigrantes españoles, italianos
y portugueses.”: https://www.elconfidencial.com/mundo/2016-08-30/venezuela-emigracion-maduro-chavez-diaspora-petroleo_1252510/
[3] “Decenas de miles
de personas —unas 33.000 el lunes— cruzaron hacia el país vecino ante la
incertidumbre y el desabastecimiento que golpea a Venezuela, en lo que supone
un incremento del flujo migratorio que se suele producir en los momentos de
mayor crisis.
El paso fronterizo más concurrido fue el de Cúcuta, capital del
departamento de Norte de Santander, por donde transitaron más de 26.000
ciudadanos. Miles de ellos regresaron el mismo día tras comprar alimentos y
productos básicos. Alrededor de 2.000 venezolanos, según las autoridades colombianas,
ingresaron con la intención de viajar a Ecuador, Perú y Chile.”:
[4]
“Han pretendido ocultar la inseguridad alegando
que es sólo un problema de percepción auspiciado por los medios de
comunicación, así como la inflación si se toma en cuenta que el BCV pasó meses
sin producir estadísticas, a lo cual estaba obligado. El ocultamiento es
consciente y deliberado. Creen que silenciando un fenómeno en el que participan
cerca de dos millones de venezolanos (1 millón 700 u 800 mil) de manera directa
y de manera indirecta los familiares y amigos que dejan en Venezuela, esto es,
no menos de 15 millones de venezolanos. El hecho migratorio deja de existir:
todo ello es, por decir lo menos una profunda aberración.”: http://www.noticierodigital.com/2016/06/tomas-paez-cerca-de-dos-millones-de-venezolanos-han-tenido-que-emigrar-al-extranjero/
[5]
“¿Quién puede
permitirse emigrar? (…) Quienes emigran no son los más pobres, sino los que
tienen algo de dinero, los que pueden permitírselo. Para ellos, los costes de emigrar,
si bien en condiciones peligrosas, han bajado.”: https://elpais.com/elpais/2013/10/29/opinion/1383051125_783112.html
[6] “En cuanto al caso
de la migración de venezolanos profesionales al exterior, Tomás Páez aseguró
que la denominada “fuga de talentos” es un término que debería reenfocarse
porque no abarca la totalidad ni complejidad del problema:
“Yo
pienso que está sobrevalorado el término de “Fuga de talentos” que tanto se
utiliza en estos días, claro que hay una fuga de talentos, cuando por ejemplo
te digo que más del 90% de las personas que se van son universitarios, pero
pienso que hay que hacer un reenfoque, porque de esta manera al enfocarse
únicamente en lo académico, se reduce la magnitud del problema.”: http://www.cnpven.org/articulos/entrevista-a-tomas-paez-sobre-la-emigracion-de-profesionales-y-tecnicos-venezolanos
[7] “"Las
diversas condiciones que atraviesa el país está determinando que los jóvenes y
no jóvenes se vayan a buscar otros horizontes (...) Hoy por hoy ellos tienen
que trabajar toda su vida en el país para poder, por ejemplo, adquirir una
vivienda", destacó.”: https://informe21.com/actualidad/sociologos-uno-de-cada-cuatro-venezolanos-desea-emigrar
“No obstante, son los jóvenes
entre 19 y 29 años quienes más deseos tienen de irse de país, lo que supone un
grave problema para la economía venezolana y a la vez, para su desarrollo, ya
que, según Osorio Álvarez, educar por 18 años a la nueva generación, le costará
muchísimo al Gobierno, y generará un retraso de 30 o 50 años en el país.
“El país se ha venido abajo por lo que hemos perdido. Estamos
saliendo de lo mejor y quedando con una población de adultos mayores. Eso tiene
una incidencia en la realidad social. Dos generaciones de profesores están
fuera del país”, contó en entrevista a El Nacional el mes de febrero, y aunque,
ciertamente la población de adulto mayor es la que tiene menores intenciones de
emigrar, el Barómetro determinó que 19%, de quienes tienen entre 50 y 59 años,
aspiran una huida del país, mientras que un 13% de los de mayores de 60,
realizó esta misma afirmación.”:
[8]
“Todos los municipios de Santander deben
implementar planes de acción humanitaria al respecto por nuestra cercanía con
Venezuela. El comportamiento de los colombianos debe ser de comprensión frente
al drama humano que atraviesan los nacionales del hermano país y debe
censurarse toda actitud hostil, más en estos tiempos en que los derechos
humanos de los migrantes tienen protección legal y la solidaridad de la
comunidad internacional.”: http://actualy.es/colombia-la-inmigracion-de-venezolanos/
[9]
“Pese a que la oficina de Migración Colombia tiene reportados 40.000
venezolanos viviendo legalmente y calcula que estén 60.000 irregularmente, una
investigación liderada por el sociólogo y experto en migración venezolana, Iván
de la Vega, profesor de la Universidad Simón Bolívar, realizada con colegas y
alumnos del Laboratorio Internacional de Migraciones (LIM), revela que son 900.000 los venezolanos -incluyendo los que tienen doble
nacionalidad- (el 1,8 por ciento de nuestra población), los que han llegado al
país en los últimos 20 años, por el efecto de la llamada ‘revolución bolivariana’ y la
crisis social en ese país.
(…)
El informe, realizado con
información del Banco Mundial, la Organización Internacional para las
Migraciones (OIM) y de organizaciones de venezolanos, da cuenta que Colombia es, entre 98 países, el principal receptor de este
éxodo, muy lejos de Estados Unidos y España, que ocupan el segundo y tercer
lugar.”: http://www.eltiempo.com/colombia/otras-ciudades/venezolanos-la-migracion-mas-grande-en-la-historia-del-pais-72872
[10]
“Marisol dice que prefiere los
pesares de esta isla a lo que pasa en Venezuela. La escasez de alimentos, la
inflación más alta del mundo, la violencia callejera y la persecución política
le hacen preferir, aun con sus defectos, a Trinidad y Tobago. La mayoría
consigue alimentar a su familia, pero sin conseguir la paz que buscaron al irse
de su terruño.”: http://elestimulo.com/blog/trinidad-y-tobago-un-desesperado-destino-para-refugiados-venezolanos/
[13]
“¿Y qué aconseja
a otros lugares que viven una violencia como la que vivió Medellín? Carolina
Lopera no duda en responder: “Les diría que empiecen primero por perdonarse.
Debemos perdonarnos, invitar al vecino, no solamente eres tú el que tiene
problemas, el de tu lado también está sufriendo”.”: http://www.panorama.com.ve/experienciapanorama/Tres-habitantes-de-Medellin-cuentan-como-supero-esa-ciudad-la-violencia-20160513-0065.html
[14]
“Pero de pronto pienso que esos chicos, esa
generación de venezolanos profesionales que están pasando trabajo, que lloran a
los suyos, que están “echándole bola” (trabajando duro, para los lectores
chilenos), van a ser una gran generación. Porque estos muchachos tienen la
formación profesional, pero a la vez están aprendiendo una importante lección
de humildad, de ponerse en el lugar del otro, de entender el valor de las
labores más sencillas. Están aprendiendo que detrás de cada oficio hay un ser
humano, que nadie es mejor que el otro. Además están aprendiendo a entender
otro país, otra cultura, otras voces, otras formas. Están aprendiendo
–literalmente- a ganarse el pan con el sudor de su frente, de sus piernas, de
sus brazos, de sus hombros.”: http://www.elmostrador.cl/noticias/opinion/2017/02/14/estos-jovenes-migrantes-venezolanos/
[15]
“La razones que explican la decisión de emigrar no solo permanecen sino que han
aumentado de un modo ostensible. Es lo que justifica la negativa de 80% de la
diáspora a retornar al país. Insistimos y preguntamos utilizando un
condicional: ¿Y si las condiciones del país cambiasen?, y el porcentaje de
respuestas negativas se reduce. Volvemos a preguntar esta vez con el objeto de
conocer la agenda de cambios de la diáspora. Las respuestas señalan las
prioridades y aparece otra vez la necesidad de preservar el derecho de
propiedad fundamental, reclaman seguridad y un ambiente apropiado para poder
trabajar, invertir, y desarrollarse económica y socialmente, para lo cual es
fundamental un cambio en el modelo político, portentosa máquina de creación de
pobreza.”: http://www.el-nacional.com/noticias/columnista/intervencion-diasporaen-proceso-reconstruccion-del-pais_200315
[16]
“Advertimos que la escasez de productos, que se
ha agravado en los dos últimos años, está teniendo un grave impacto en el
bienestar de numerosos venezolanos. Nuestros hallazgos coinciden con los de
organizaciones profesionales del sector de salud, académicos que han realizado
encuestas sobre el impacto y la gravedad de la escasez de alimentos, y
organizaciones no gubernamentales venezolanas. Informes internos del Ministerio
de Salud venezolano que fueron consultados por Human Rights Watch indican que
las tasas de mortalidad infantil y materna correspondientes a 2016 son
significativamente superiores a las informadas en años anteriores. Según
profesionales de la salud entrevistados por Human Rights Watch, las condiciones
insalubres y la falta de insumos médicos en las salas de parto de hospitales
son factores que inciden significativamente en el marcado incremento de las
tasas de mortalidad infantil y materna.”: https://www.hrw.org/es/report/2016/10/24/crisis-humanitaria-en-venezuela/la-inadecuada-y-represiva-respuesta-del-gobierno
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