"Lejos
de fijar en la institución de un poder despótico la desaparición del individuo,
es preciso, por el contrario, ver en ella el primer paso dado en el camino del
individualismo. Los jefes son, en efecto, las primeras personalidades
individuales que se han separado de la masa social. La situación excepcional,
poniéndolos fuera de los iguales, les crea una fisionomía distinta y les
confiere, a continuación, una individualidad. Dominando la sociedad, ya no se
ven más obligados a seguir todos sus movimientos. Sin duda que es del grupo de
dónde sacan su fuerza; pero, una vez organizada, deviene autónoma y se hace
capaz de una actividad personal. Una fuente de iniciativa, que hasta entonces
no existía, encuéntrase, pues, abierta. Hay, por tanto, desde entonces, alguien
que puede producir algo nuevo e incluso, en una cierta medida, derogar los usos
colectivos. El equilibrio se rompe."
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miércoles, 28 de junio de 2017
viernes, 23 de junio de 2017
Bolaño, R. (2016): Los detectives salvajes, página 623, Alfaguara, Colombia.
“Durante un tiempo la Crítica acompaña a la Obra, luego la Crítica se desvanece y son los Lectores quienes la acompañan. El viaje puede ser largo o corto. Luego los Lectores mueren uno por uno y la Obra sigue sola, aunque otra Crítica y otros Lectores poco a poco vayan acompasándose a su singladura. Luego la Crítica muere otra vez y los Lectores mueren otra vez y sobre esa huella de huesos sigue la Obra su viaje hacia la soledad. Acercarse a ella, navegar a su estela es señal inequívoca de muerte segura, pero otra Crítica y otros Lectores se le acercan incansables e implacables y el tiempo y la velocidad los devoran. Finalmente la Obra viaja irremediablemente sola en la Inmensidad. Y un día la Obra muere, como mueren todas las cosas, como se extinguirá el Sol y la Tierra, el Sistema Solar y la Galaxia y la más recóndita memoria de los hombres. Todo lo que empieza como comedia acaba como tragedia.”
martes, 20 de junio de 2017
Vegas, F. (2010): Sumario. Página 613. Alfaguara. Caracas.
“Yo nunca comprendí ese afanoso
positivismo aplicado al derecho. La sola palabra me disgusta, está demasiado
emparentada con el gomecismo, el perezjimenismo y todos los ismos. Aún me
desagrada. Fuego eterno al que pretenda añadir, o permita que le endilguen, un
"ismo" a su apellido. Siempre que se utiliza entre humanistas,
políticos y abogados es para justificar desmanes y atropellos. Esa fe
positivista de quienes ya no pueden obtener respuestas en sus creencias
religiosas y creen encontrar seguridad y confianza en la ciencia, me parece
sospechosa, incluso cruel.”
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