Krupskaia Mujica y Ernesto Reyes, personajes ficticios que se basan en algunos de los caricaturescos individuos que he conseguido en la UCV.
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RELATORA: Krupskaia Mujica
Iba rodando con mi bicicleta por la avenida y a lo lejos pude divisar, no muy claramente, una humareda extraña, impropia de la calma que caracteriza a mi ciudad. Curiosa, como siempre he sido, me dispuse a disminuir la velocidad; pues lo confieso, no sabía si era un incendio o qué cosa y a veces (y sólo a veces) la causa humanitaria no es lo mío.
Avancé lentamente y lo que vi era
bastante curioso: me encontraba a las espaldas de un centenar de efectivos de
seguridad que con sus armas disparaban bombas lacrimógenas a un grupo de
personas. No comprendía que pasaba a mí alrededor, pensé por algunos minutos
que seguramente se trataba de una las tantas manifestaciones balurdas que
congregaba a los bobositores, entiéndase: al germen opositor de mi país.
Mi sospecha se confirmaba al ver
a una serie de jóvenes blancos, seguramente del este de la ciudad, seguramente
adinerados, seguramente incomprensivos del proceso político-social venezolano,
lanzando piedras a los efectivos de seguridad.
No he sido nunca amiga de los
policías ni de los militares. Para mi es irrenunciable mi cualidad
contestataria ante la violencia del Estado… aunque en este caso la cosa era
distinta. Estos jóvenes no eran pueblo, no sufrían el país como lo sufrimos
nosotros, no entendían ni tenían la capacidad de ver a los ojos a la realidad
del pobre.
No es que ellos merezcan ser
reprimidos, no se trata de eso. Se trata de que deben aprender sea por las
buenas o por las malas; se trata de que alguien tiene que darles un parado para
que aprendan a soportar las vivencias de nosotros, los menos favorecidos.
Y sí, lo sé, dirán que soy
adinerada, que soy sifrina porque vivo en Chacao, que soy enchufada porque mi
papá fue guerrillero y actualmente es viceministro. Pero pana, se los digo:
aquí hay un pueblo valiente, un pueblo que no se doblega. Nosotros podremos
estar bien acomodados en estos momentos, pero la verdad es que ni todo el
dinero del mundo puede, ni podrá, hacernos negociar nuestros valores revolucionarios
a cambio de un mísero estatus que a decir verdad no nos interesa.
En fin, no estamos alienados como
aquellos del otro lado.
¿No se las dan de libertarios y
de transgresores? Que rescaten su bombitas y perdigones, pues.
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RELATOR: Ernesto Reyes
Veo a una familia sacando comida
de la basura y el corazón se me pone chiquito. No puedo, no lo toleraré. Es
como violentar la vida de una persona, someterla a este vejamen, a esa
piltrafa.
No entraré en detalles, pero la
vaina se jodió con Maduro. Ese huevón vino y nos cagó la vida. Antes podíamos
ir de viaje, comprar comida, raspar la tarjeta, comprar la curdita y joder de
vez en cuando. Ahora la vaina es tenaz, ni para un mango adobado me alcanza la
plata. Estoy claro de que la cagué, de que voté por Maduro y quizás ese haya
sido mi mayor error.
Yo confiaba en mantener mi estilo
de vida. Y ojo, no que no disfrute una bola trabajando en el CELARG, yo no
olvido mis principios, mi ética revolucionaria, mi ansia de transformar el
mundo; pero coño pana, uno no puede pasar toda la vida hablando paja y paja sin
recibir nada a cambio.
Yo me acuerdo cuando el
Comandante estaba vivo, cuando éramos la potencia en la región. Y ojo: aún lo
seguimos siendo; la arremetida neo-liberal ha sido arrecha, para qué negarlo,
pero la vaina se ha puesto jodida compadre. Un solo peo para conseguir la
comida, un solo peo para mantener a la jeva. Yo entiendo, de pana que sí,
estamos destinados a liberar el continente de la plaga yankee y toda esa paja
que le repito a los chamos en la universidad todas las mañanas; pero, y soy
enfático en esto, la vaina está jodida.
Lo peor es que no puedo hablarle
a nadie de esta vaina. Si hablo de esto en el CELARG me botan, pues mi jefe es
burda de jodido y nos tiene a todos vigilados. Si hablo de esto en la
universidad segurito me pichan con los colectivos para que enmiende mi falso
andar y mi delirio pequeño-burgués.
A veces toca entender. De no ser
por esos correctivos (burocracia y colectivos) estaríamos todos a la merced de
la cuerda de locas que hay en la oposición. Una parranda de mariquitos que lo
único que hace es joderle la paciencia a uno. Que si el índice de mortalidad,
que si la delincuencia, que si las colas, que si Maduro, que si los militares…
No joda, por eso es que en esta vaina no dan pie con bola. Una cuerda de gafos
que lo que va pendiente es hacer show siempre y nunca aportar una verga.
Por eso es que son buenos los
correctivos. Es como un chamito pues, si no le das unos buenos coñazos a su debido
tiempo te va a salir todo pargo y todo engañado. Por eso la revolución ayudó
tanto al pueblo, le entregó los instrumentos de su liberación. Un pueblo armado
no se deja engañar. Una vaina increíble, desde carajitos claros de que los propósitos
de sus vidas deben ir en el cauce de la revolución.
Anulamos la falsa ideología con
cada nuevo militante. Fundamos la nueva Venezuela un salón a la vez. Todos odiarán
la burocracia, algunos denunciarán a los colectivos, pero la grandísima verdad
de este proceso es que sin la primera y sin los segundos esta vaina estaría en
la mismísima mierda. Por eso creo que Maduro fue un error, pero uno que se
compensa con el legado del Comandante. Para qué negarlo, aún sobrevivimos
gracias a sus enseñanzas.
Pero bueno, harina de otro costal…
Pero bueno, ¿en qué estaría
pensando antes? Qué peo con la memoria vale…
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