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martes, 2 de junio de 2015

Pensando a Caracas #1: De la ciudad de la trama, a la ciudad de la red.

          Hablar hoy-en-día de Caracas es ingrato con su memoria. El hoy-en-día que aquí entiendo es el de la actualidad. El de la Caracas macabra, de cifras espeluznantes, de indicadores mortales y del toque de queda desde la caída del sol hasta la entrada del mismo en la mañana. La Caracas que mi generación ha conocido es una muy ingrata, mediada por la delincuencia que no solo abraza a nuestra ciudad sino a todo el país.

Desde las más altas cúpulas de cualquier oficialidad se intenta pintar discursivamente a Caracas  como una ciudad de peatones, de respeto, historia y convivencia ciudadana. Quizá vale la pena decir que, como en casi cualquier discurso, este intento choca en la actualidad de manera tan brutal que si tan solo dirigiéramos la vista por nuestra ventana en este mismo instante veríamos a una ciudad deprimida, azotada, violenta y siempre a la espera de lo peor.

                Una vez más, repito: es ingrato con Caracas hablar de nuestro hoy-en-día. Y es precisamente lo que no haremos en este intento, es decir, no nos iremos por la tangente pesimista. El siguiente es una apuesta azarosa y quizá sin espera de resolución alguna. Esperar conclusiones en sospechas sociológicas es el signo que ha caracterizado a los sistemas de conocimiento negadores de la otredad a lo largo del siglo XIX y el siglo XX. Lo que propongo en este sentido es abrir un espacio de reflexión que gire alrededor de la ciudad de Caracas como gran protagonista.

Sin entregarnos en plenitud ni a la sociología, ni a la antropología, ni a la historia, ni a la filosofía, ni a las letras y menos a la arquitectura. El deseo va de transdisciplinaridad y de la informalidad. Va de conjugar a Guillermo José Schael con Aristides Rojas, de hacer conversar a Cabrujas con Mariano Picón Salas, de la Caracas mantuana de Herrera Luque a la Caracas moderna de Villanueva, entre otros.

                Cansado me encuentro de ver las cosas ordenadamente. De dar luz a los problemas o simplemente hacer coro de la pretensión científica. Quizá, siguiendo al profesor y amigo Erly J. Ruiz, sea momento de dinamitar algunas convicciones. Quizá sea el momento de interpretar y no explicar. Quizá sea el momento de ser, hacer y conocer a la ciudad caraqueña. Aquí va el primer atisbo:


                 #1 – Uniformidad y diversidad: Caracas de la trama a la red.
               

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Desde la llegada del chavismo al poder es innegable la revolución que supuso el cambio de paradigma político. Desde las estructuras de poder, hasta el lenguaje utilizado por la oficialidad. Desde la constitución de la ciudadanía hasta los cauces ideológicos de todos y cada uno de los actores políticos. Ha habido una transformación en nuestra manera de ver y decir las cosas.

                La ciudad también ha sido participe de esta transformación. Muchas personas podrán hablar de la capital venezolana como la ciudad más violenta de América Latina, o quizá solo ver a Caracas como una urbe recuperada y decorada por el gobierno bolivariano, como la ciudad que vio nacer al Libertador y que fue testigo de los grandes cambios y grandes personajes venezolanos de nuestra independencia. La tensión entre un discurso derrotista en contraposición con un discurso de negación del presente en tanto el anclaje con el pasado.

              Surge entonces lo que es un secreto a voces dentro de la “caraqueñidad”: la visión que se tiene de Caracas no es para nada uniforme. Puede verse desde el ejemplo expuesto anteriormente que tan solo hace referencia a una situación de política del espacio público, como también puede verse en lo que pareciera ser una suerte de apreciación que llamamos ciudad-realidad.  Es decir, la interpretación de la realidad particular con la que se hace de cada uno de los caraqueños que hacen vida dentro de los límites simbólicos de nuestro valle. En sí, el cómo aprehendemos y reproducimos conceptualmente a la ciudad. Al preguntar a los caraqueños e indagar en la percepción que los mismos tienen de su ciudad las respuestas hablan de lo diversa, compleja y para nada homogénea que es nuestra sociedad.

                Tomemos el ejemplo de la referencia que se tiene de Plaza Venezuela, actual centro geográfico de la ciudad. A la visión de una persona de Caricuao este puede pasar por el sitio de la transferencia del metro y de congestión vehicular y personal; el estrés como énfasis discurso. A la visión de una persona de la Candelaria puede ser que este sitio devenga en el inicio del Boulevard de Sabana Grande, por lo cual habría que estar atentos ante el sinfín de carteristas y choros que viven del día a día de las personas; el cuidado y la seguridad como énfasis en el discurso. En la vida de una persona de Bello Monte puede que Plaza Venezuela sea un punto que conecta con otros sitios, o tan solo el sitio de la cola del Metro Bus; la transitoriedad del lugar como énfasis del discurso.

                   Y así podríamos hablar de otros relatos de lo que entendemos como ciudad-realidad. Desde las personas de Petare, hasta las personas de La Pastora, pasando por la ciudad-realidad de los que viven en Los Chaguaramos, como la ciudad- realidad de quien vive en El Valle. Entiéndase: cada quien ve desde su particularidad, cada cual hace la ciudad según sus posibilidades hermenéuticas. 

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                 No pretendemos aquí unificar y hacer una idea  de la ciudad-realidad definitiva de quienes viven en Caracas, ni queremos llegar al todo de la cuestión. Ni sabemos si el termino ciudad-realidad tenga  legitimidad científica. Lo que sabemos es algunas de las pistas que vienen a nuestro entender: la ciudad ni es homogénea ni uniforme; cuenta con distintos discursos y distintas realidades; cuenta en fin con rasgos de convivencia.

                Es decir, la convivencia es elemental en el Valle de Caracas. Puede usted observarlo desde el fenómeno tan del hoy-en-día venezolano como el de la cola que se hace para comprar x producto, como en los aportes investigativos que se han llevado a cabo por parte del Centro de Investigaciones Populares (CIP). Y ojo, esta convivencia puede sonar a categorización filantrópica  como oí mencionar una vez a Germán Carrera Damas. Podemos decir que no van por  ahí los tiros.

 Valdría la pena mencionar que como convivencia el venezolano se sitúa así mismo como relación intrínseca, relación que muchas veces  convive eso que moralmente podríamos considerar reprochable. Pues convivir con despotismo, con militarismo, al igual que con democracia y el ideal del progreso han sido el signo de nuestra venezolanidad.

                Situando esta premisa hacia la ciudad podríamos decir algo parecido a la línea de Alejandro Moreno: en Caracas coexisten mundos-de-vida que se interpelan, dialogan y que a veces parecieran no entenderse. Si extrapolamos el término acuñado previamente, el de ciudad-realidad, y lo hacemos hablar con el de mundo-de-vida podríamos hacer más rica esta discusión. Pues la coexistencia entre la ciudad-realidad particular de cada parcela de significación caraqueña va muy encaminada hacia una parecida coexistencia entre los mundos-de-vida de los que habla Alejandro Moreno.

                Según esta teorización estos mundos-de-vida que definen al venezolano son: el mundo-de-vida de la dirigencia-elite y el mundo-de-vida-popular. Mientras el primero está dominado por el pensamiento occidental, que Moreno evoca como la modernidad-instrumental, el segundo va muy de la mano con lo convivencial  y un tipo de socialidad pautada por el matricentrismo. Indagar estos términos específicos será cuestión de otro trabajo. Lo que llama aquí la atención es que parece ser que este tipo de sentido convivencial de la vida va enraizado con lo que ha sido el devenir de Caracas.


                ***
                Esto lo podemos comprobar sobre todo en lo que representó la llegada de la modernidad en la ciudad. Tan solo el título del libro Los años del Bulldozer de la profesora Ocarina Castillo nos da espacio para ser sugestivos, pues durante aquel momento se pretendió borrar los vestigios de la Caracas del siglo XIX por medio del tractor y la tecnología, todo siendo potenciado por la fuerza de la renta petrolera para así dar paso a la llegada masificada del automóvil y las grandes autopistas.

Aquella ciudad-realidad se pretende aún como el modelo ideal que puede y debe ser Caracas. Vale la pena interrogar esta idealización, pues ¿qué tanto de aquella ciudad persiste? Federico Vegas brillantemente nos dirá que muy poco, pues la ciudad-realidad Perezjimenista, la ciudad-realidad de la dictadura vino a ser desbordada por la figura del barrio además de la ampliación de la ciudad hacia el este. Entonces, si esa ciudad-realidad luce fáctica tan solo desde las melancólicas fotos de la década militar, ¿hacia dónde va Caracas en la actualidad? Vegas dirá que la ciudad de la trama ha sido depuesta por la ciudad de la red.

Nos parece entonces que hay consonancia entre el discurso sociológico de Moreno y el discurso arquitectónico de Vegas. Pues si previamente tuvimos a la ciudad dentro de una trama única, quizá dominada por la idea colonial de la retícula o por la idea del bulldozer que va dejando al pasado hecho trizas, y hoy contamos con una ciudad de la red debemos preguntarnos a qué se refiere Vegas al hablar de la ciudad de la red. ¿Red de qué cosas?, ¿red que habla de  tramas?, ¿red que habla de coexistencia de tramas, quizás?

Son preguntas que van quedando en el camino para la reflexión. Entretanto, procuremos que nuestra ciudad-realidad no sea dominada por el pesimismo y el abandono del hoy-en-día. Muy probablemente estemos encerrándonos en nosotros mismo, como me dijo hace una semana un gran amigo, y puede que esta disconformidad con la actualidad nos arroje a olvidar no solo como fue la ciudad de Caracas, sino también a olvidar y pasar por alto el desenvolvimiento de  nuestra peculiar sociedad venezolana.

Pendientes.



Referencias bibliográficas:

  1. Moreno, Alejandro. El Aro y la Trama: Episteme, Modernidad y Pueblo. CIP. Caracas. 2005
  2. Moreno, Alejandro. Desencuentro de Mundos. Revista Heterotopía, n° 7. Caracas. 2002
  3. Vegas, Federico. La ciudad sin lengua (ensayos). Editorial Sentido. Caracas. 2001