Hablar hoy-en-día de Caracas es
ingrato con su memoria. El hoy-en-día que aquí entiendo es el de la actualidad.
El de la Caracas macabra, de cifras espeluznantes, de indicadores mortales y
del toque de queda desde la caída del sol hasta la entrada del mismo en la
mañana. La Caracas que mi generación ha conocido es una muy ingrata, mediada
por la delincuencia que no solo abraza a nuestra ciudad sino a todo el país.
Desde las más
altas cúpulas de cualquier oficialidad se intenta pintar discursivamente a
Caracas como una ciudad de peatones, de
respeto, historia y convivencia ciudadana. Quizá vale la pena decir que, como
en casi cualquier discurso, este intento choca en la actualidad de manera tan
brutal que si tan solo dirigiéramos la vista por nuestra ventana en este mismo
instante veríamos a una ciudad deprimida, azotada, violenta y siempre a la
espera de lo peor.
Una
vez más, repito: es ingrato con Caracas hablar de nuestro hoy-en-día. Y es
precisamente lo que no haremos en este intento, es decir, no nos iremos por la
tangente pesimista. El siguiente es una apuesta azarosa y quizá sin espera de
resolución alguna. Esperar conclusiones en sospechas sociológicas es el signo
que ha caracterizado a los sistemas de conocimiento negadores de la otredad a lo
largo del siglo XIX y el siglo XX. Lo que propongo en este sentido es abrir un
espacio de reflexión que gire alrededor de la ciudad de Caracas como gran
protagonista.
Sin
entregarnos en plenitud ni a la sociología, ni a la antropología, ni a la
historia, ni a la filosofía, ni a las letras y menos a la arquitectura. El
deseo va de transdisciplinaridad y de la informalidad. Va de conjugar a
Guillermo José Schael con Aristides Rojas, de hacer conversar a Cabrujas con
Mariano Picón Salas, de la Caracas mantuana de Herrera Luque a la Caracas
moderna de Villanueva, entre otros.
Cansado
me encuentro de ver las cosas ordenadamente. De dar luz a los problemas o
simplemente hacer coro de la pretensión científica. Quizá, siguiendo al
profesor y amigo Erly J. Ruiz, sea momento de dinamitar algunas convicciones.
Quizá sea el momento de interpretar y no explicar. Quizá sea el momento de ser,
hacer y conocer a la ciudad caraqueña. Aquí va el primer atisbo:
#1 –
Uniformidad y diversidad: Caracas de la trama a la red.
*
Desde la
llegada del chavismo al poder es innegable la revolución que supuso el cambio
de paradigma político. Desde las estructuras de poder, hasta el lenguaje
utilizado por la oficialidad. Desde la constitución de la ciudadanía hasta los cauces
ideológicos de todos y cada uno de los actores políticos. Ha habido una
transformación en nuestra manera de ver y decir las cosas.
La
ciudad también ha sido participe de esta transformación. Muchas personas podrán
hablar de la capital venezolana como la ciudad más violenta de América Latina,
o quizá solo ver a Caracas como una urbe recuperada y decorada por el gobierno
bolivariano, como la ciudad que vio nacer al Libertador y que fue testigo de
los grandes cambios y grandes personajes venezolanos de nuestra independencia.
La tensión entre un discurso derrotista en contraposición con un discurso de
negación del presente en tanto el anclaje con el pasado.
Surge
entonces lo que es un secreto a voces dentro de la “caraqueñidad”: la visión
que se tiene de Caracas no es para nada uniforme. Puede verse desde el ejemplo
expuesto anteriormente que tan solo hace referencia a una situación de política
del espacio público, como también puede verse en lo que pareciera ser una
suerte de apreciación que llamamos ciudad-realidad. Es decir, la interpretación de la realidad
particular con la que se hace de cada uno de los caraqueños que hacen vida dentro
de los límites simbólicos de nuestro valle. En sí, el cómo aprehendemos y
reproducimos conceptualmente a la ciudad. Al preguntar a los caraqueños e
indagar en la percepción que los mismos tienen de su ciudad las respuestas
hablan de lo diversa, compleja y para nada homogénea que es nuestra sociedad.
Tomemos
el ejemplo de la referencia que se tiene de Plaza Venezuela, actual centro
geográfico de la ciudad. A la visión de una persona de Caricuao este puede
pasar por el sitio de la transferencia del metro y de congestión vehicular y
personal; el estrés como énfasis discurso. A la visión de una persona de la
Candelaria puede ser que este sitio devenga en el inicio del Boulevard de
Sabana Grande, por lo cual habría que estar atentos ante el sinfín de
carteristas y choros que viven del día a día de las personas; el cuidado y la
seguridad como énfasis en el discurso. En la vida de una persona de Bello Monte
puede que Plaza Venezuela sea un punto que conecta con otros sitios, o tan solo
el sitio de la cola del Metro Bus; la transitoriedad del lugar como énfasis del
discurso.
Y
así podríamos hablar de otros relatos de lo que entendemos como
ciudad-realidad. Desde las personas de Petare, hasta las personas de La
Pastora, pasando por la ciudad-realidad de los que viven en Los Chaguaramos,
como la ciudad- realidad de quien vive en El Valle. Entiéndase: cada quien ve
desde su particularidad, cada cual hace la ciudad según sus posibilidades
hermenéuticas.
**
No pretendemos aquí unificar y hacer una
idea de la ciudad-realidad definitiva de
quienes viven en Caracas, ni queremos llegar al todo de la cuestión. Ni sabemos
si el termino ciudad-realidad tenga
legitimidad científica. Lo que sabemos es algunas de las pistas que
vienen a nuestro entender: la ciudad ni es homogénea ni uniforme; cuenta con
distintos discursos y distintas realidades; cuenta en fin con rasgos de convivencia.
Es
decir, la convivencia es elemental en el Valle de Caracas. Puede usted
observarlo desde el fenómeno tan del hoy-en-día venezolano como el de la cola
que se hace para comprar x producto, como en los aportes investigativos que se
han llevado a cabo por parte del Centro de Investigaciones Populares (CIP). Y
ojo, esta convivencia puede sonar a categorización filantrópica como oí mencionar una vez a Germán Carrera
Damas. Podemos decir que no van por ahí
los tiros.
Valdría la pena mencionar que como convivencia
el venezolano se sitúa así mismo como relación intrínseca, relación que muchas
veces convive eso que moralmente
podríamos considerar reprochable. Pues convivir con despotismo, con
militarismo, al igual que con democracia y el ideal del progreso han sido el
signo de nuestra venezolanidad.
Situando
esta premisa hacia la ciudad podríamos decir algo parecido a la línea de
Alejandro Moreno: en Caracas coexisten mundos-de-vida que se interpelan,
dialogan y que a veces parecieran no entenderse. Si extrapolamos el término
acuñado previamente, el de ciudad-realidad, y lo hacemos hablar con el de
mundo-de-vida podríamos hacer más rica esta discusión. Pues la coexistencia
entre la ciudad-realidad particular de cada parcela de significación caraqueña va
muy encaminada hacia una parecida coexistencia entre los mundos-de-vida de los
que habla Alejandro Moreno.
Según
esta teorización estos mundos-de-vida que definen al venezolano son: el mundo-de-vida
de la dirigencia-elite y el mundo-de-vida-popular. Mientras el primero está
dominado por el pensamiento occidental, que Moreno evoca como la modernidad-instrumental,
el segundo va muy de la mano con lo convivencial y un tipo de socialidad pautada por el
matricentrismo. Indagar estos términos específicos será cuestión de otro
trabajo. Lo que llama aquí la atención es que parece ser que este tipo de
sentido convivencial de la vida va enraizado con lo que ha sido el devenir de
Caracas.
***
Esto
lo podemos comprobar sobre todo en lo que representó la llegada de la modernidad
en la ciudad. Tan solo el título del libro Los
años del Bulldozer de la profesora Ocarina Castillo nos da espacio para ser
sugestivos, pues durante aquel momento se pretendió borrar los vestigios de la
Caracas del siglo XIX por medio del tractor y la tecnología, todo siendo
potenciado por la fuerza de la renta petrolera para así dar paso a la llegada
masificada del automóvil y las grandes autopistas.
Aquella
ciudad-realidad se pretende aún como el modelo ideal que puede y debe ser
Caracas. Vale la pena interrogar esta idealización, pues ¿qué tanto de aquella
ciudad persiste? Federico Vegas brillantemente nos dirá que muy poco, pues la
ciudad-realidad Perezjimenista, la ciudad-realidad de la dictadura vino a ser
desbordada por la figura del barrio además de la ampliación de la ciudad hacia
el este. Entonces, si esa ciudad-realidad luce fáctica tan solo desde las
melancólicas fotos de la década militar, ¿hacia dónde va Caracas en la
actualidad? Vegas dirá que la ciudad de la trama ha sido depuesta por la ciudad
de la red.
Nos parece
entonces que hay consonancia entre el discurso sociológico de Moreno y el
discurso arquitectónico de Vegas. Pues si previamente tuvimos a la ciudad
dentro de una trama única, quizá dominada por la idea colonial de la retícula o
por la idea del bulldozer que va dejando al pasado hecho trizas, y hoy contamos
con una ciudad de la red debemos preguntarnos a qué se refiere Vegas al hablar
de la ciudad de la red. ¿Red de qué cosas?, ¿red que habla de tramas?, ¿red que habla de coexistencia de
tramas, quizás?
Son preguntas
que van quedando en el camino para la reflexión. Entretanto, procuremos que
nuestra ciudad-realidad no sea dominada por el pesimismo y el abandono del
hoy-en-día. Muy probablemente estemos encerrándonos en nosotros mismo, como me
dijo hace una semana un gran amigo, y puede que esta disconformidad con la
actualidad nos arroje a olvidar no solo como fue la ciudad de Caracas, sino
también a olvidar y pasar por alto el desenvolvimiento de nuestra peculiar sociedad venezolana.
Pendientes.
Referencias bibliográficas:
Referencias bibliográficas:
- Moreno, Alejandro. El Aro y la Trama: Episteme, Modernidad y Pueblo. CIP. Caracas. 2005
- Moreno, Alejandro. Desencuentro de Mundos. Revista Heterotopía, n° 7. Caracas. 2002
- Vegas, Federico. La ciudad sin lengua (ensayos). Editorial Sentido. Caracas. 2001